Iba errando y, de repente
la lluvia inunda el ambiente.
Todo se oculta y ennegrece
los colores ya fenecen.
A la vera del camino
todo se desvanece
ante las piedras sin tino
que luego desaparecen.
La niebla y el aire fino
ocultan lo que parece
tras el puente un molino
que crece cuando amanece.
Pero ante este aparente pesar
arrecio con fuerza el caminar;
todo parece despertar
ante el empuje y el brío
de este corazón mío
que desafía el aire y el frío.
Yo soy el alma bravía
que se impone cada día
en este arduo caminar
de esta vida sin parar.
¡Y vivir es disfrutar!