Parece que todo el mundo está de acuerdo en que necesitamos un nuevo modelo de gestión de la salud, que supere los modelos
de gestión sanitaria y asistencial actuales. El año próximo hará ya 25 años que se aprobó la Ley General de Sanidad y 20 años del Informe Abril. Por otra parte hará también ya 10 años que se culminó el proceso de transferencia de las competencias de Sanidad a las Comunidades Autónomas
En estos últimos años prácticamente todas las autoridades y expertos sanitarios han estado expresando la necesidad de continuum asistencial, de integración entre la asistencia primaria y la especializada, de la gerencia única del área de salud.
También se ha estado reclamando una mayor inversión en las actividades de promoción de la salud y de prevención de las enfermedades, en la gestión proactiva, personalizada, de base poblacional, en la gestión de riesgos personales y profesionales y, en fin, proponiendo una gestión integrada, lo que supone la integración de la salud pública en la práctica asistencial y la integración con la salud mental y la asistencia sociosanitaria. Desde hace tiempo se viene promoviendo en diferentes foros la disease management o gestión de la enfermedad, la gestión por procesos y una nueva manera de abordar la gestión de crónicos de manera proactiva y personalizada enfocándose en una gestión de casos, dada la prevalencia de pluripatologías en los enfermos crónicos. Desde estas posiciones se reclama la necesidad de implicación del paciente en su salud en un ambiente de progresiva formación del paciente a causa de su mayor nivel cultural y su acceso a internet, televisión y otros medios de divulgación sanitaria.
Parece necesario también un control más racional del consumo de medicamentos mediante una prescripción más eficiente y un seguimiento de la posología por parte de los médicos de primaria, implicándose en el seguimiento de la evolución del paciente y del cumplimiento del tratamiento, pues está demostrado su bajo cumplimiento.
En este contexto se reclama el cambio de la asistencia primaria, pasando de ser un medio para gestionar la demanda asistencial, descargando el trabajo de los especialistas y de los hospitales y siendo básicamente un elemento de filtrado, al progresivo reconocimiento de la gran importancia que tienen los hábitos de vida saludables, el enorme valor de la prevención de las enfermedades y del diagnóstico precoz y la introducción de la medicina predictiva. Todo ello pone de relieve la necesidad
del médico de “cabecera” (llamado también de “familia”) como artífice del control de la salud de los ciudadanos, a través y como responsable proactivo de su “historia de salud”.
Desde la Ley General de Sanidad, la evolución de las tecnologías de la salud ha sido arrolladora en todos los ámbitos, la biotecnología con los avances genómicos y de la biología molecular y las ciencias ómicas, la medicina regenerativa, los avances en virología y terapia vírica y la nanotecnología, el desarrollo de la imagenología y de las tecnologías de la información y la comunicación, están suponiendo una auténtica revolución en la práctica asistencial y en el abordaje de las enfermedades, un abordaje multidisciplinar, sin olvidarse del liderazgo y del responsable del caso.
El desarrollo de las tecnologías de la información ha propiciado un entorno mucho más eficiente y seguro en la gestión de los pacientes y en la práctica clínica con la implantación de la historia clínica electrónica y la receta electrónica y supone una
oportunidad también para el estudio de las enfermedades y el desarrollo de la investigación y la innovación proporcionando plataformas idóneas para la gestión del conocimiento creando entornos colaborativos de investigación.
Todos venimos reclamando un mayor rigor en la evaluación de las nuevas tecnologías sanitarias y la realización rápida de estudios coste beneficio pero sin que esto suponga una rémora más para su rápida aplicación a la práctica clínica.
Todos abogamos por reformar los procesos de ensayos clínicos, sobre todo en el campo de la medicina individualizada y regenerativa, pues los procesos actuales quedan obsoletos y son inadecuados para el desarrollo de la investigación en estos campos, suponiendo una rémora y unos costes imposibles de asumir por los investigadores.
Es necesario crear entornos de colaboración entre investigadores, centros asistenciales y empresas pequeñas y grandes que permitan un rápido afloramiento e implantación de los descubrimientos científicos en el mercado posibilitando su aplicación a
ciudadanos y pacientes.
Uno de los problemas más debatidos últimamente es el de la falta de médicos, de la contratación de médicos extranjeros con mayor o menor rigor en el reconocimiento de su título y especialidades, cuestionándose el númerus clausus como único elemento de selección de estudiantes para su ingreso en las Facultades de Medicina. Pero la realidad es que nos encontramos con un cambio en la profesión de los médicos y una necesidad de ofrecerles, además de una retribución económica adecuada y un reconocimiento social, una carrera profesional satisfactoria que atienda y desarrolle sus inquietudes como investigadores y como docentes y en el desarrollo de su conocimiento tecnológico y asistencial en un contexto de valores propios de la actividad médica. Y estos problemas son trasladables a los profesionales de la enfermería, responsables del cuidado de los enfermos, tanto leves o agudos como crónicos. El médico diagnostica y prescribe pero el enfermero es el que aplica lo prescrito durante el proceso de la enfermedad y cuida del enfermo mediante una estrecha colaboración con el médico. Si nos comparamos con otros países de nuestro entorno, contamos con un porcentaje muy bajo de enfermeros por habitante.
Nos encontramos en una situación grave de crisis económica, engarzada y en parte generada por una crisis de los valores en que se asienta nuestra civilización y que se trasmite a las relaciones entre profesionales, ciudadanos y pacientes.
Nadie discute en nuestro país que la cobertura universal de la asistencia sanitaria, con cargo a los presupuestos generales, es uno de los pilares básicos de nuestro Estado de Bienestar, algo que prácticamente todos valoramos como irrenunciable. Sin
embargo, si queremos que este sistema subsista, necesariamente habrá que actuar al menos en cinco direcciones:
- Contener una demanda con crecimiento acelerado y en casos abusiva. En España hay un promedio de 9,4 visitas al médico al año en comparación con 4 de media en la Unión Europea.
- Limitar las prestaciones, pactando las prestaciones en el Consejo Interterritorial e incluso llegando a un consenso entre las Comunidades Autónomas de manera que aquellas prestaciones no vitales pudieran quedar fuera de la cobertura.
- Mejorar la eficiencia en el consumo de recursos eliminado el derroche actual, mediante la implantación de fórmulas de gestión más flexibles y eficaces.
- Asegurar la financiación adecuada y realista que se ajuste a las necesidades reales de los Servicios Regionales de Salud y demás agentes sanitarios, evitando el continuo exceso de gasto real sobre el presupuestado anualmente.
- Informar a los ciudadanos implicándoles en el cuidado de su propia salud y haciéndoles ver que un incremento en las prestaciones necesariamente conllevará un incremento en el coste del sistema y que éste incremento deberá conllevar la financiación necesaria, bien sea mediante una fórmula de copago similar a la ahora existente para las prestaciones
de farmacia, o mediante impuestos.
En el futuro se incrementará necesariamente el porcentaje de participación de la sanidad en el PIB, tanto para pagar lo que debemos como para mejorar los servicios demandados.
Finalmente, los políticos deberán centrar más su función en la gestión de la salud de sus ciudadanos y administrar bien los fondos que ponen a su disposición a través de los impuestos y no tanto en la gestión pública de los medios de producción y el
acaparamiento de funciones frente a la sociedad civil y la actividad empresarial, aprovechando precisamente todos los recursos ofrecidos por esa sociedad civil y empresarial emprendedora para ofrecer a los ciudadanos el mejor servicio y optimizando los recursos financieros puestos a su disposición.
Parece necesario que a todos los gestores de la salud, políticos, gerentes y gestores y médicos se les mida en función de los resultados en salud fruto de su actividad.
Por todo ello, la Fundación Bamberg está desarrollando una iniciativa para la elaboración, a lo largo del año 2010, de un Documento que contenga la descripción del Nuevo Modelo de Futuro de Gestión de la Salud, tanto en sus aspectos de Gestión
Sanitaria como de la Gestión Asistencial y el abordaje clínico de las enfermedades. Este Documento se elaborará con la colaboración de un Grupo de 40 Expertos de amplio reconocimiento por todos los integrantes del Sector de la Salud y serán consultadas 100 instituciones de todos los ámbitos como Universidades, Colegios Profesionales, Centros de Investigación, Sociedades Científicas, Hospitales y Centros Asistenciales, Patronales, Sindicatos, Asociaciones de Pacientes, Industria Farmacéutica, Biotecnológica y de Tecnologías de la Salud. El proyecto se presentará en el próximo mes de Abril y el Documento con el nuevo Modelo de Gestión de la Salud será presentado en Abril del año 2011 coincidiendo con los aniversarios de la Ley General de Sanidad y el Informe Abril como comentamos al inicio de este documento.