La rutina en las casas
tras los cristales;
la noche pronta,
el amanecer tardío.
La belleza de un día
húmedo y entrañable
cuando el sol se abre
entre las nubes.
El olor de la tierra
cuando llueve
nutrida por el manto de hojas
caídas.
El calor que sólo abriga
después de una caminata
arropada por la lluvia
que ha calado la ropa.
Los colores amarillos, rojos, dorados
marrones, verdes y castaños,
desbordantes y fugaces,
de encinas, roble, arces,
pinos y chopos; los parajes
de apretados colores apiñados.
El cielo gris, oscuro,
azul, blanco, luminoso,
difuminado por la niebla
que se desparrama
sobre el campo,
la ciudad y
las almas.
Las hojas son más bellas
antes de morir
mientras los arboles se renuevan
con fuerza vigorosa
esperando las cercanas nevadas;
buscando ya la primavera
que culminará su belleza en el
otoño
¡¡¡ PRECIOSO ¡¡¡¡