Posado sobre una nube,
muy cerca del cielo azul,
siento como el olor sube
del roble y del abedul.
Nube blanca y esponjosa,
clara y limpia, algodonosa,
que me abriga y me protege
en un sueño que amanece.
Bajo a las verdes praderas
desde cumbres altaneras,
reposo en el musgo mi cabeza,
y me escondo entre la maleza.
En el suelo, primorosa,
hallo la rosa más hermosa.
¡Ya subir no me apetece,
no quiero ya otra cosa!