Los copos cayendo suavemente,
poco a poco,
acumulándose en lo tejados.
El calor que se ve tras los cristales,
la luz cálida que se irradia desde el hogar.
La blancura de los campos y los pueblos,
que oculta sus imperfecciones
bajo el blanco manto virginal.
El cariño del hogar amable y alegre
tras el frescor limpio de la montaña.
Felicidad y belleza en la sonrisa
de los niños,
de los padres,
de los abuelos…
¡Instantes eternos!