Eugenia, la pequeñita,
silenciosa y calladita,
sólo hace un breve puchero
cuando dice: ¡comer quiero!
Dulce, buena y bendita
¡Y en casa sin sonajero!
Se entretiene con un cuento
que cruje con sus manitas.
¡Con qué cara tan bonita,
con qué ojos y qué boquita
enamora a su abuelo
cuando la mira en silencio!
La pequeña de mis nietitas,
la pequeña princesita…
.