Siento ir contra corriente pero no puedo dejar de manifestar mi sincera opinión. Pablo Neruda no fue la buena persona que nos quieren vender algunos, no. Pablo Neruda fue un hombre resentido que fundamentó su aceptación y popularidad en una servidumbre hacia el socialismo comunista buenista e hipócrita, erogándose como justiciero de lo bueno y de lo malo. El odio y el rencor se destila a veces a causa de ello en su obra y su biografía.
Un ejemplo de odio y rencor es su poema «España pobre por culpa de los ricos» y «El general Franco en los infiernos».
Sólo lo que subyace de melancolía es lo que de valor tiene su poesía.
No quiero decir que fuera un mal poeta, no. Quiero decir que fue una persona apoyada por todo el movimiento comunista, estalinista inicialmente y por el intelectualismo comunista ciego e irresponsable. Ese apoyo político y su propia actividad política es el que le fue encumbrando por encima de los demás poetas hasta concederle el premio Nobel.
Quiero traer aquí su «Oda a Stalin», una nuestra de su talante. Stalin, responsable de un gran sufrimiento al pueblo ruso y a los pueblos que cayeron tras el telón de acero. Veintitrés millones de muertos entre fusilamientos, purgas, hambrunas, deportaciones y demás barbaridades. Sometió a la población a un presidio de terror.
Porque el pensamiento, aunque minoritario, dominante, políticamente correcto, nos quiere presentar a asesinos como Guevara como héroes y a poetas comunistas como Neruda y Alberti como los «grandes poetas», despreciando a los demás como fascistas, superficiales o irrelevantes.
El marxismo internacional es una gran secta que trata de influir en todos los campos, especialmente en el de la cultura, como medio de propaganda para imponer sus ideas. El grave problema es que estas ideas, inicialmente atractivas, llevan dentro odio y resentimiento y eliminación del adversario, para acabar en la «dictadura del proletariado» y quedarse ahí, como enseña la historia, en la dictadura de la clase dirigente, la opresión del pueblo y el terror.
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