Yo soy una persona que defiende las libertades individuales, tanto en lo social como en lo económico, y la dignidad de cada persona y la justicia social. Soy contrario a cualquier extremismo o dictadura de cualquier signo. Mis valores son los del cristianismo cuyo mensaje fundamental es el amor, la paz y la libertad.
Nací en 1948 y viví por tanto 28 años en el régimen “franquista”. Nunca fui activista político aunque sí crítico, como corresponde a todo joven, con la sociedad en que vivía. Los libros, las películas, las obras de teatro de los años centrales del franquismo destilaban en general alegría, buenos sentimientos, resolución de la adversidad, positivismo y sentido del humor. El cine español actual destila hispanofobia, cobardía y depresión, cuando no odio y resentimiento. También conviví con aquellos que vivieron los avatares de la 2ª República y sus consecuencias. Mis padres y mis abuelos, me hablaron de los horrores que se produjeron durante su vigencia hasta el alzamiento de los militares. El fracaso de la 2ª República se debió principalmente a la dejación del Estado de Derecho y la toma de las calles por aquellos que no creían en la democracia y que iban buscando la anarquía o la dictadura del proletariado. Fue el desgobierno, la inseguridad, la violencia y el incumplimiento de las leyes, lo que llevó a España al alzamiento. Esa época no la viví pero viví sus consecuencias: el bloqueo internacional a España tras la II Guerra Mundial (una gran catástrofe para Europa) lo que supuso para España pasar dos postguerras seguidas, la suya y la de Europa. Con esto no quiero ofender a nadie ni justificar ningún tipo de violencia ni pretendo crear polémica alguna. Hablo solo por mi experiencia y mis conocimientos y, referente a los años del franquismo en que yo viví, no puedo por menos que decir estas, para mí, evidentes verdades:
La política del franquismo fue, desde mediados de los años cuarenta, la de la conmutación de las penas y la integración de los perdedores en la sociedad. En los años 40 se pasó, a pesar de la posguerra, de una esperanza de vida de 50 años en la república a 62 años. Eso demuestra que, a pesar del bloqueo internacional, España iba progresando habiendo ya olvidado los odios generados durante la república. Ya finalizados los 40 se alcanzó la reconciliación entre los españoles, regresando muchos exiliados e intelectuales e incorporándose los perdedores a la vida civil normalizada entre todos, sin reproches ni listas negras. El principal objetivo de Franco, tras la guerra, fue el de unir a todos los españoles superando el drama de la guerra que como buen militar conocía.
En el régimen franquista, desde mediados de los años cincuenta, el nivel de libertades efectivas para los ciudadanos de a pie era igual, si no superior, al de la democracia actual. Durante el franquismo había libertad de residencia, de opinión, de pensamiento, de empresa, de viajes al exterior, de creación de empresas, de acceso a todo tipo de libros, etc. Algo que no existió nunca en la Unión Soviética ni en ninguno de sus estados satélites de Europa. Cierto que había una censura en los medios de comunicación, pero burda y que cada vez fue más fácil sortearse de muchas maneras. Tampoco la hubo en la creación de instituciones religiosas diferentes a la católica pues se entendía que eran una fuente de ideología política no favorable a los intereses de unión y armonía entre españoles buscada por Franco. En absoluto era un régimen totalitario como los regímenes comunistas, donde no existía ninguna de estas libertades. Lo que no hubo en el Franquismo fue libertad de creación de partidos políticos, no, debido a la malísima experiencia que desembocó en la guerra civil. Se buscaban alternativas de representación política que, sin embargo, no dieron los frutos deseados.
El crecimiento económico a partir de finales de los 50 y como consecuencia de la finalización del bloqueo internacional, fue el mayor de la historia de España. Durante este período se implantó el sistema de bienestar social que gozamos hoy: Las Residencias Sanitarias de la Seguridad Social, el Seguro de Desempleo, el Seguro de Jubilación, etc. Al final del franquismo España era en 1975 la décima potencia industrial del mundo y contaba con excelentes índices de educación, sanidad y desarrollo humano. En 1977 el paro en España era del 5,69%, desde entonces no ha parado de crecer.
Los impuestos eran bajos, el coste de funcionamiento del Estado era bajo y austero y existían pocas leyes, las justas. Hoy tenemos un coste de mantenimiento del Estado exagerado y una inflación extraordinaria de leyes y normas profusamente elaboradas por el Estado y las Autonomías hasta constituir un verdadero galimatías legal.
Hoy en día sufrimos una presión fiscal que es en algunos casos confiscatoria. Las multas de tráfico no se corresponden con evitar la siniestralidad sino en conseguir mayor recaudación, y la fiscalidad va orientada no solo a la redistribución de la renta y la provisión de los servicios sociales sino a mantener una estructura abusiva de un Estado insostenible.
El franquismo acabó con la confrontación política y social y consiguió la reconciliación entre los españoles que, junto a la consecución de una gran clase media, permitió una transición pacífica e integradora hacia la democracia.
La evolución del régimen, prevista por Franco desde el nombramiento de Juan Carlos como sucesor a título de rey, permitió que los procuradores de las Cortes Españolas, en sintonía con el deseo de los españoles, votaran su disolución en aras de conseguir la concordia de todos los españoles y avanzar en un régimen libertades y de democracia homologable en la Europa Occidental.
Pero la transición hacia las libertades y la democracia que la gente quería, fue acaparada por los nuevos partidos políticos sentando las bases, intencionadamente o no, para la disgregación territorial y la excesiva preponderancia de los partidos que ha desembocado en las tensiones nacionalistas regionales y la partitocracia actuales.
La demonización del franquismo durante estos últimos cuarenta años se ha realizado para justificar la democracia actual. Los políticos han querido justificarse a sí mismos como demócratas tratando de crear una imagen de Franco como el paradigma del anti demócrata; el paradigma del mal. Pero es una mentira construida hábilmente en estos cuarenta años.
El franquismo no fue una democracia pero tampoco fue antidemocrático sino anti partidista y anticomunista. Los comunistas no eran entonces ni son ahora demócratas. Por mucho que así se califiquen, como la Alemania Oriental comunista que se denominaba “República Democrática Alemana” y sin embargo era una férrea dictadura comunista controlada por la policía política Stasi. Ante el fracaso de la clase política española que llevó a España a una guerra civil, Franco buscaba nuevas formas de representación ciudadana alternativos a los partidos políticos. Deseaba convertir España en un centro de proyección internacional cultural y política.
No fue posible.
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