Ya huele a Navidad la vida
y recuerdo la casita nevada
con su lucecita encendida
tras su ventana cuadrada.
Y las pardas hojas encerradas,
otoñales y de bronce estrelladas,
bajo el cristal de escarcha.
Y la nieve en las montañas
cuando la lluvia se marcha…
y las calientes castañas.
Y las tardes anochecidas.
Y la gente por las calles.
Y la lluvia tras los cristales.
Un olor a hogar e infancia
que se mete en mis entrañas
con sentido y añoranza.
El aire ya huele a Navidad.