Desde el silencio seco y apacible
de una fría noche y brillante luna,
resguardado del frío y sin fortuna
me hundo en mi sillón apetecible.
El silencio a las ideas se impone
a melodías de música y danza,
mientras la indolencia fatal avanza
e impide que mi cuerpo ya razone.
¡Cuanta lucha, amargura y dislate!
¡Cuanto valor e hidalguía falta!
¡El tiempo perdido que nos abate!
¡Cuándo valor y bizarría tan alta,
cuánto amor que sirve de acicate
que en esta vida breve se resalta!
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