Dictadura y Monopolio, el futuro previsible

Creo que la libertad es el bien más preciado del hombre. Es lo que le define como hombre, como individuo capaz de pensar y actuar por sí mismo, conforme a sus ideas y a su voluntad. Como ser libre puede actuar para hacer el bien o para hacer el mal; también puede actuar para restringir o limitar la libertad de los demás. El afán de poder se justifica por el afán de ser libre hasta el límite, hasta poseerlo todo, eliminando la libertad de los otros. Al final, si no hay algo que proteja a los demás sobre este afán, se acaba en un estado de esclavitud y dependencia.

Los regímenes políticos liberales están basados en garantizar la libertad de los demás, protegiendo las libertades del individuo. Libertad de pensamiento, libertad de movimiento, libertad de opinión, libertad de expresión, libertad de propiedad, protegiendo al individuo sobre la posible opresión por parte de los demás y por parte de las autoridades públicas mediante el llamado Estado de Derecho. Estos regímenes, por lo regular, son regímenes democráticos cuyas autoridades están basadas en la representación popular mediante el ejercicio del voto libre y secreto. Para reforzar la libertad de los ciudadanos y los derechos reconocidos en sus leyes, se separan los poderes públicos legislativo, ejecutivo y judicial. En los sistemas avanzados, se elige por los ciudadanos separadamente al poder ejecutivo, y al legislativo, siendo elegido el poder judicial entre los jueces o de manera mixta con el ejecutivo, aunque con ciertas limitaciones y garantías.

El problema que quiero evidenciar es que el sistema no tiene herramientas suficientemente sólidas para evitar que, aprovechándose de las libertades, los derechos y la protección a los ciudadanos, haya ciudadanos u organizaciones políticas o económicas, tanto internas como externas, que utilicen estos derechos y libertades para ir conquistando los ejes del poder, ya no solo político, sino también económico y mediático. Los regímenes de libertades tienen muchas debilidades y, si no se protegen de sus amenazas, acabarán más tarde o más temprano en dictadura. El sistema tiene que estar suficientemente protegido, mediante reglas y condiciones, para evitarlo.

En el caso de la economía surge el mismo peligro. Está claro que la libertad económica y la competencia es el mejor método para el crecimiento económico, la innovación, la creatividad y la eficiencia. La libre competencia garantiza la eficiencia y la calidad. Ofrece al consumidor la mejor calidad al menor precio y es una fuente constante de innovación. Pero, claro, eso exige el todos cumplan unas cuantas reglas pues, para que esto sea así, pues solo se garantiza con el llamado “Mercado de competencia perfecta” y esto no de logra por sí solo ya que la propia dinámica del mercado tiende a la imperfección. La libre concurrencia, la claridad del mercado, su trasparencia, la libertad del acceso y la capacidad de comparar productos homogéneos, características de la perfección del mercado, son atacadas en la propia dinámica competitiva. Mediante la publicidad de trata de diferenciar productos que son iguales, o también falsear el producto u ocultar sus características reales; la transparencia del mercado no es efectiva y para acceder al mismo surgen múltiples trabas burocráticas y de todo tipo por parte de las administraciones públicas o de las organizaciones empresariales o sindicales, o de las empresas más poderosas. Además, las empresas, en su afán competidor, realizan prácticas abusivas de acaparamiento de mercado y de freno a la innovación.

De acuerdo con matriz crecimiento-cuota de mercado relativa, o simplemente matriz BCG, los productos que salen al mercado pueden ser Estrella y Vaca Lechera o Dilema o Perro. Un producto estrella es un producto con gran potencial de crecimiento, pero con poca cuota de mercado; un producto “Vaca Lechera” es un antiguo producto Estrella que ha alcanzado una alta cuota de mercado; de ahí su nombre: hay que ordeñarlo hasta que, al disminuir su cuota de mercado, se convierta en Perro. Por otro lado, están los llamados “dilema”, es decir, productos que, mediante inversión podrían llegar a ser estrellas o si no se convertirán en perros.

Bueno, el caso es que las grandes compañías van a la búsqueda de productos estrella, normalmente generados por empresas pequeñas (que son donde se genera la creatividad), para comprarlos y que se conviertan en “Vacas Lecheras”. El caso es que estos productos podrían sustituir a las Vacas Lecheras propias. Frecuentemente, el motivo real de la compra es eliminar la competencia y mantenerlos en el armario hasta que la vaca lechera propia no de más leche y se convierta en perro. (y perdón por los perros). Esta es una práctica habitual en muchas empresas, lo que retrasa los beneficios de la innovación.

No veo mal que las empresas grandes compren empresas innovadoras; me gustaría más que se favoreciera a las empresas innovadoras el acceso al mercado y a la financiación necesaria para desarrollar y comercializar sus innovaciones. Pero debería haber reglas que impidieran estas prácticas de compra para eliminar la competencia pues los organismos públicos de defensa de la competencia, como Comisión Europea de Política de Competencia o la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, no lo hacen. Esta última cuyos miembros son nombrados por el gobierno y sometida al Parlamento, es decir al partido político dominante, y no a la judicatura, lo que la haría más independiente.

Otro de los casos que se dan son los de aprovechar las ventajas competitivas que proporciona la innovación para intervenir en el mercado con situaciones de prevalencia impidiendo el funcionamiento natural de la competitividad. También para comprar el área de negocio de la competencia, su clientela, en su afán tendente al monopolio.

También la libertad de mercado choca con el interés de las grandes corporaciones de abarcar todas las áreas de negocio en sus diferentes estadios, una especie de CARTEL propio. Este es el caso de compañías como Google (propietaria de YouTube y Gmail), Facebook (propietaria de Instagram, Messenger y WhatsApp), Microsoft (propietaria de LinkedIn y Skype), Apple y Amazon. Estas corporaciones empresariales han conseguido tal nivel de penetración que es muy difícil, si no imposible, que otras empresas puedan competir o entrar al mercado. Forman un verdadero oligopolio.

Estas tendencias monopolistas también se producen en negocios como la Banca, los Fondos de Inversión, y los Medios de Comunicación, en los que se ha ido acelerando los procesos de fusiones o adquisiciones, generándose oligopolios mundiales y creando multitud de redes que encorsetan los mercados e impiden su libre funcionamiento. Las libertades políticas y civiles y la libertad de mercado son amenazadas continuamente por quienes, aprovechando esa misma libertad, la usan para conseguir las mayores cotas de poder. Por eso es tan importante proveer, decididamente y sin retraso, a estos sistemas liberales, de los medios y herramientas necesarios para su defensa y mantenimiento. ¿Estaremos todavía a tiempo?

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