Llevamos muchos años debatiendo el problema de la financiación y de la sostenibilidad de la Sanidad pública sin conseguir un consenso y utilizando el problema como arma arrojadiza partidista. Tengo, no obstante, la confianza de que en esta nueva legislatura, que se inicia a finales del 2016, a pesar de la crispación habida en su preámbulo, se acabe encontrando un consenso sobre las medidas que permitan hacerle frente. Por mi parte, ya 14 de marzo del 2010 publiqué un artículo con mi opinión sobre la Sostenibilidad y financiación del Sistema Sanitario y otro el 25 de abril de 2011 sobre la Financiación de las Prestaciones Sanitarias, ambos recogidos en mi libro La Sanidad en Peligro, editado en 2012. Ninguno de ellos ha perdido vigencia. Lamentablemente.
Voy a detallar unos breves datos que nos sirvan para la reflexión: En el año pasado (2015) el gasto público en Sanidad en España creció 2.031,4 millones, es decir un 13,91% sobre el anterior, hasta 68.007,1 millones de euros, lo que representó el 14,50% del gasto público total, situándose en un 6,29 del PIB, un 0,05 menos que en 2014 al crecer este más. A pesar de ello, no presentamos muy buenas posiciones en los rankings europeos respecto a estas cifras, lo que parece decirnos que la financiación de la Sanidad es susceptible de aumentarse.
España cuenta con una eficiente Sanidad. Según un reciente estudio ampliamente difundido, España es el 3er país del mundo en eficiencia de su sistema sanitario. En España tenemos una medicina excelente y unos buenos resultados en salud, gastándonos mucho menos que otros países de nuestro entorno. Pero, esta situación se va deteriorando poco a poco ¿Hasta cuándo podrá resistir?
Tenemos un grave problema en la cohesión de nuestro sistema sanitario y en el cumplimiento del derecho de nuestros ciudadanos a accesibilidad a los mejores servicios en términos de equidad y también una grave divergencia en cuanto al gasto en sanidad por habitante realizado por cada Comunidad Autónoma.
Según datos del Ministerio de Sanidad, En 2015, el gasto público de las CC.AA. en Sanidad fue de 57.700 millones de euros situándose en una media de 1.240 euros por habitante y el porcentaje del presupuesto de las CC.AA. dedicado a Sanidad se situó en una media del 31.3% para un presupuesto total medio de 3.959 euros por habitante.
Desde la ley 22/2009 de financiación de las Comunidades Autónomas de régimen común, estas reciben una financiación global, no finalista, que luego libremente asignan en sus presupuestos de manera discrecional. Eso quiere decir que cada Comunidad Autónoma decide lo que quiere gastarse en Sanidad y lo que quiere gastarse en otros conceptos.
Durante estos años, Andalucía y Cataluña fueron las que menos dedican a Sanidad, con un 28,2% y un 25,7% respectivamente de sus presupuestos en 2015. En correspondencia fueron también las que menos gasto per cápita tuvieron siendo de 1.049 euros e Andalucía y de 1.133 euros en Cataluña. Con la salvedad de que en Cataluña maneja además un presupuesto total de 5.000 euros por habitante, cifra muy superior a la media de las CC.AA. referida antes. Por tanto estas son las que más recortan porque no dotan suficientemente el presupuesto de sanidad.
En contrapartida he de señalar a Galicia que con bajo presupuesto total per cápita, dedica el 40,3% de su presupuesto a Sanidad situándose ligeramente por encima del gasto sanitario per cápita.
Caso aparte es el de Madrid, que gastando menos de la media por habitante 3.116, (600 euros menos que Andalucía) dedica más presupuesto a Sanidad que la media: 37%.
Así que a la hora de ajustar el gasto, es responsabilidad, no solo del gobierno del Estado, sino de los gobiernos de las CC.AA. el que ese ajuste del gasto no afecte a la Sanidad. Si ahora, para garantizar nuestro compromiso de déficit, hay que recortar 5.000 millones o más en el gasto público, espero que los recortes no se hagan sobre la sanidad sino que tanto el gobierno como las CC.AA. los apliquen sobre otras partidas del presupuesto.
La Sanidad pública está en peligro. Sí. Porque si no se toman a tiempo las medidas adecuadas para su sostenibilidad, acabará siendo una Sanidad de beneficencia.
El Modelo actual de funcionamiento de la Sanidad en España, a pesar de su excelencia, no garantiza la eficiencia, ni la calidad, ni la equidad, ni la accesibilidad, ni será sostenible con la financiación actual, que podrá ajustar un incremento de su financiación respecto a otras partidas presupuestarias, pero no podrá crecer por encima del crecimiento de nuestra economía.
Tenemos una demanda creciente debida a parámetros por todos repetidos desde hace años como son el envejecimiento de la población, el alargamiento de la vida, la cronicidad, la innovación en tecnología, en medicina, en medicamentos, etc.
Así que hay que aplicar el ingenio y cambiar el Modelo. Quitarse de encima ideologías, dogmatismos y prejuicios y razonar para poder conseguir un modelo sanitario más integrado, más eficiente, más competitivo, equitativo y de calidad y que pueda ser financieramente sostenible y, sobre todo, que no aumente el endeudamiento del Estado, porque cuanto más porcentaje de nuestros presupuesto dediquemos a pagar intereses y amortizar la deuda, menos quedará para Sanidad.
El discurso actual en defensa de la Sanidad Pública está equivocado pues pone en el centro al sistema funcionarial de producción pública de los servicios asistenciales, cuando a quien tenemos que poner en el centro es al ciudadano. Es el ciudadano el objeto de atención y es responsabilidad de la Administración Pública conseguir el máximo beneficio para los ciudadanos. Lo que el Estado debe procurar es que el ciudadano reciba la asistencia sanitaria a la que tiene derecho, con la mejor calidad y los mejores resultados en salud, con arreglo al grado de desarrollo económico y social de nuestro país. El Estado tiene que emplear los recursos, recaudados a los ciudadanos mediante impuestos, de la manera más eficiente y más eficaz, para que el ciudadano reciba las mejores prestaciones y con la mejor calidad posible y no aferrarse a una producción pública y funcionarial de los servicios sanitarios ni demonizar la colaboración público-privada sino aprovechar los beneficios innegables de esta colaboración.
El peligro no viene porque se privatice la gestión o se desfuncionarice a los profesionales sanitarios, como pregonan ciertos radicalismos, ni porque haya un incremento de la Sanidad privada, sino todo lo contrario. La gestión pública actual de los Centros Sanitarios no es ni eficiente ni eficaz, ni rentable para los ciudadanos. Sin necesidad de privatizar nada, hay que cambiar de modelo de gestión para hacerlo más competitivo, más eficiente y más eficaz en la lucha contra la enfermedad y en la defensa de la salud de los ciudadanos.
Hay que innovar en la gestión y analizar qué dejamos de atender importante cuando atendemos lo que es menos importante
A la hora de identificar elementos adicionales a la gestión con el fin de lograr más eficiencia en el funcionamiento del sistema sanitario público, es necesario aumentar el esfuerzo y focalizar el sistema en la promoción de la salud y en la prevención y predicción de las enfermedades, lo que determinará una disminución drástica de la morbilidad y de los procesos agudos, logrando un alargamiento de la vida sana. También hay que analizar qué dejamos de atender importante cuando atendemos lo que es menos importante, asegurando la financiación para las enfermedades mayores y estudiar un copago para las menores, excepto para niveles de ingresos por debajo del índice de pobreza.
Además es necesaria la implicación del ciudadano, del paciente, en el mantenimiento de su propia salud, formándole en hábitos saludables de vida, lo que supondrá una disminución drástica de la morbilidad, los procesos agudos y alargamiento de la visa sana (Caso EPOC, tabaquismo, etc.), implicándole en el seguimiento de su salud y sus enfermedades, haciéndole partícipe y corresponsable de su salud y del tratamiento de sus enfermedades y responsabilizándole respecto a su salud, exigiéndole el cumplimiento de los consejos y las prescripciones de sus médicos, así como la adherencia terapéutica en medicamentos y otros tratamientos.
Finalmente, un determinante fundamental para lograr mayor eficiencia del Sistema Sanitario es el de la incorporación de la innovación, tanto tecnológica, como en medicamentos. Un ejemplo son las nuevas técnicas para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, como las nuevas vacunas preventivas, el desarrollo de vacunas terapéuticas en campos como el cáncer, los medicamentos biológicos y la farmacogenómica. El diagnóstico precoz y la medicina de precisión.
Toda innovación, aunque inicialmente pueda suponer un sobrecoste, forzosamente acaba por ser eficiente. Casos como el de la hepatitis C son paradigmáticos. Gracias a las investigaciones en curso y la capacidad de desarrollo e innovación de la industria y los hospitales, la medicina y, por tanto las expectativas de vida sana de los ciudadanos aumentarán de manera extraordinaria
La Fundación Bamberg ya publicó en 2011 El Modelo de Futuro de Gestión de la Salud, y tras la publicación del libro Ideas para la Reforma Sanitaria, en la que se recogían reflexiones y propuestas de los expertos más relevantes del país, el Modelo fue sintetizado posteriormente en la propuesta contenida en el libro Un Nuevo Sistema Sanitario para España, donde se apuntaban ideas y soluciones para la despolitización de la gestión sanitaria y hacer de nuestro sistema sanitario un sistema sostenible, eficiente y eficaz. Les animo a que los lean.