La Industria farmacéutica es un sector clave para la economía de España, para la salud pública y para el futuro de la investigación biomédica. Y es necesario reconocer el valor que aporta la industria farmacéutica y biotecnológica en términos de riqueza nacional, en empleo directo e indirecto, su contribución a la balanza comercial mediante las exportaciones en investigación y en innovación. El valor que aportan mediante la implantación de fábricas, centros de distribución, centros de investigación y el desarrollo de proyectos de investigación clínica. A esto hay que añadir lo más fundamental: El valor ineludible del medicamento como instrumento preventivo terapéutico. Sin los medicamentos, sin las vacunas, la eficacia de los médicos quedaría enormemente mermada.
Estamos viviendo un proceso muy importante de transformación de la industria farmacéutica y biotecnológica, en la que la investigación biomédica es la principal protagonista. Las grandes compañías farmacéuticas están entrando en una nueva era ante la aparición de nuevos productos. La falta de novedades, la fuerte competencia de los fabricantes de genéricos y la preocupación de la sociedad por la seguridad de los productos obligan a un cambio de modelo de negocio.
En los próximos cuatro años expiran productos patentados que representan más de 130.000 millones de dólares. Se estima que introducir un nuevo medicamento importante tiene un coste de 800 millones de dólares. Las exigencias financieras para desarrollar medicamentos innovadores presionan a las empresas, lo que las lleva a pactar con otras multinacionales, formar alianzas estratégicas o exponerse a adquisiciones.
Por otra parte, los avances de la biotecnología, concentran inversiones muy importantes, realizándose acuerdos de licenciamiento, por los cuales una compañía (farmacéutica) paga por los derechos para comercializar un determinado producto desarrollado por otra (Biotecnológica).
En este cambio del modelo basado en moléculas químicas al basado en productos o procesos biomédicos, las grandes firmas farmacéuticas recortarán sus altos gastos en marketing e invertirán en pequeñas y nuevas firmas centradas en investigación a la búsqueda de nuevos productos. Eso supondrá un nuevo modelo de gestión difícil de implantar. Las dificultades para desarrollar nuevos medicamentos, la fuerte competencia de los productos genéricos y la creciente intervención de los gobiernos en la compra y fijación de precios de los medicamentos son elementos que complican el escenario de la industria.
Por otra parte las empresas biotecnológicas suelen ser pequeñas y con base científica, a menudo manejadas por un fundador-emprendedor. El ingenio y la creatividad se ponen de manifiesto más fácil y eficientemente en pequeñas empresas o grupos pequeños con gran autonomía. En consecuencia, estas empresas biotecnológicas suelen ser más innovadoras que los grandes grupos farmacéuticos que siempre han intentado liderar los descubrimientos a través de la selección masiva de moléculas químicas con la esperanza de dar con un compuesto potencialmente capaz de combatir enfermedades.
En este contexto, los laboratorios farmacéuticos ya están comprando, participando o asociándose con empresas de biotecnología, que desarrollan productos de alta elaboración. Estos medicamentos, que en muchas ocasiones deben ser administrados en el consultorio médico o en el hospital, suelen ser más caros y mucho más orientados a los pacientes que los productos químicos tradicionales.
Estas inversiones se centran en compañías casi siempre enfocadas en un solo producto invirtiendo en pequeñas start-ups de investigación con productos prometedores y reduciendo sus vastas operaciones de investigación y de marketing, con un alto coste y una organización muy burocratizada. El modelo que surge de estos cambios plantea desafíos a los gestores de las empresas farmacéuticas acostumbrados a trabajar en un marco muy centralizado. En esta situación, la solución ya no está en el marketing, sino en la innovación. Ya no está en productos sino en procesos y servicios.
En esta línea, señalaba el vicepresidente de un gran laboratorio farmacéutico, el futuro de la industria farmacéutica está en el paciente. El paso de gigante está en una atención integral dedicada al paciente y a todos los aspectos que le rodean. Dicha evolución “va a suponer un riesgo y un coste, pero ha llegado el momento de tener la mente abierta”, señala. Por ello, propone que la diversificación de las compañías no sea tan sólo en unidades de negocio, sino también en abordaje al paciente. “Debemos trabajar en tratamientos, en aparatos y en educación”.
Situación en España
En España tenemos un Modelo caracterizado por el oligopsonio en el que el 80% de las recetas son del Sistema Público, en el que los precios y los márgenes se fijan por la Dirección General de Farmacia del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, y en el que el 20% de los pensionistas generan más del 65% del gasto. En el que además hay una deficiente ntegración entre los órganos reguladores (políticos)y las Agencias de evaluación (técnicos) y donde es necesario contar con una única lista común de medicamentos.
Tenemos 22.000 farmacias y 40 cooperativas de distribución. Somos el 2º país de Europa con medicamentos más baratos y el que tiene mayor número de representantes de Colegios Farmacéuticos de Europa.
Y con el grave problema de insuficiencia presupuestaria por parte de las CCAA para hacer frente al gasto farmacéutico, tanto al gasto hospitalario como al suministrado por las Oficinas de farmacia.
En lo que se refiere a la industria farmacéutica, los sucesivos Reales Decretos Leyes han significado una toma de aliento de las administraciones públicas gestoras de servicios de salud respecto a la evolución del gasto farmacéutico, pero han hundido parte de la industria farmacéutica quien ha tenido que realizar duros ajustes traducidos en cierres de centros y despidos de empleados.
El entorno competitivo
La industria farmacéutica se distingue claramente de otros sectores por las características de los productos y servicios que ofrece. Están dirigidos al mantenimiento y restablecimiento de la salud, bien fundamental y protegido por todos los Estados. El mercado de medicamentos, su desarrollo, aprobación, precio, distribución, prescripción y dispensación está ampliamente regulado y controlado.
Esta regulación ha experimentado un alto desarrollo a nivel internacional en los últimos años, tanto por la FDA (Federal Drug Administration) en Estados Unidos como por la EMA (Agencia Europea del Medicamento) en Europa, regulación que se ha visto ampliada por las regulaciones de los distintos países acompañadas de políticas de contención del gasto farmacéutico a nivel local.
La diferenciación respecto a otros mercados en los que existe concurrencia de compradores que eligen (demandantes) y de vendedores (ofertantes) que fijan el precio y en el que el usuario o beneficiario es el comprador, es que, en el mercado del medicamento, el que prescribe (demandante) es distinto del beneficiario y que el precio lo fija la administración en una negociación con la industria, cuando autoriza la comercialización del medicamento.
Por ello la inteligencia competitiva en este sector tiene que referirse muy especialmente a las instituciones, sobre la base de mejorar las relaciones institucionales y el estudio de los asuntos gubernamentales y parlamentarios.
El cambio necesario de estrategia en campos como la investigación, donde ya es muy difícil conseguir nuevos fármacos ‘blockbuster’ (superventas), obliga a que la inteligencia se dirija a analizar opciones de desarrollo de nuevos medicamentos que interesen a colectivos menores, en colaboración de Asociaciones de Pacientes y Grupos de Investigación.
La crisis motivada por las medidas de contención del gasto farmacéutico en España y en Europa obliga a investigar sobre posibles alianzas y a la búsqueda de nuevos mercados en otros países con mercados emergentes como China, Turquía, Rusia o India.
Pero lo más importante es la transformación que están sufriendo las empresas farmacéuticas en biofarmacéuticas. Esto significa un cambio radical de modelo de negocio y, por tanto, necesita una readaptación de las medidas relacionadas con la inteligencia competitiva. Entran de lleno en el entorno de estudio todas las empresas biotecnológicas, generalmente pequeñas, dedicadas al
desarrollo de productos o soluciones en biomedicina. El estudio de este mercado, la identificación de oportunidades, la colaboración con parques científicos y tecnológicos es una labor imprescindible para el desarrollo de la inteligencia competitiva. De ello se derivarán opciones de compras, participaciones y acuerdos que permitan conseguir alternativas al modelo de negocio tradicional de las compañías farmacéuticas.
Ignacio,
¿Que te parece la medida de pagar un euro por medicamento de los catalanes?, por mi genial, pero por lo que he visto soy de los pocos que la aprueba. Un abrazo. Rigo
Un parche. La sostenibilidad no se puede lograr a base de parches. Es necesaria una estrategia, unos objetivos y una hoja de ruta para cumplirlos. Además hay que buscar compartirlos con la sociedad, los profesionales, los pacientes, los gestores, las empresas, los ciudadanos en definitiva, y crear un estado de opinión pública favorable. Todo esto lo hecho en falta en Cataluña. Una pena.