Investigación y avances biotecnológicos en medicina

Los grandes avances en biomedicina, en biología molecular y celular basada en la genética y el desarrollo de las ciencias ómicas como la genómica, la proteómica y la metabolómica, conjuntamente con los avances en medicina regenerativa, están cambiando la forma de enfocar la medicina y generan unas expectativas revolucionarias a medio plazo.

La Medicina Individualizada se fundamenta en el diseño y la aplicación de protocolos de prevención y tratamiento más adaptados a la singularidad genética y molecular de cada paciente y de cada enfermedad.

La aplicación clínica de terapias celulares es factible y segura. No obstante, los beneficios dependen del producto celular, el método de administración y el contexto clínico (muchas áreas no exploradas). Se vislumbra ya un futuro en el que se utilizarán nuestras propias células tumorales para el tratamiento del cáncer. Se empiezan comprender las relaciones entre el sistema inmunológico, los procesos inflamatorios y el cáncer a través de la medicina regenerativa.

Estamos inmersos en el principio de un cambio de modelo en la práctica asistencial, condicionado por la medicina predictiva e
individualizada; de un cambio de los productos farmacéuticos basados en la química, con moléculas universales para todos, a un modelo basado en la genómica y proteómica, en la terapia celular y en la farmacogenómica y la endofarmacia. Los nuevos descubrimientos, más que productos, son procesos terapéuticos individualizados y pluridisciplinares.

Es difícil que los grandes laboratorios financien proyectos de medicina regenerativa a partir de las propias células del paciente, dada la dificultad de que de ellos se obtengan productos alogénicos. Por ello se están desarrollando estos proyectos con base académica. Es necesario que la Administración desarrolle una normativa específica para el desarrollo y financiación de estos proyectos de investigación clínica de base académica, que exigen un gran esfuerzo de los investigadores de manera que no disuada sino fomente las iniciativas de investigación en estas materias, así como promueva la dotación de las infraestructuras adecuadas para su desarrollo. Es importante que estos avances se puedan transformar rápidamente en posibilidades diagnósticas, terapéuticas o preventivas al alcance de los ciudadanos; en posibilidades de mejoras y ahorros en la gestión asistencial y, en definitiva, en mejora de la gestión de la salud.

El mundo sanitario es un importantísimo proveedor de I+D y un socio imprescindible en el desarrollo socioeconómico. La investigación científica es una herramienta de mejora de la asistencia y una auto-exigencia intelectual de los especialistas.

Pero para que el ciudadano perciba esta importancia, tenemos que reflexionar sobre qué es lo que podemos hacer para poder llevar con más rapidez estos avances a la práctica clínica, cómo podemos minorar este largo recorrido actual, en el que, mientras pasa, se muere y sufre la gente.

Cómo podemos ayudar a los investigadores a desarrollar sus iniciativas, su ingenio y su tenacidad, cómo podemos hacer más eficientes los procesos de los ensayos clínicos, agilizando la burocracia de los proyectos de investigación, recortando el tiempo logrando la coordinación y compromiso de los agentes involucrados en su realización; en definitiva, cómo podemos acercar
estos avances a los pacientes y a los ciudadanos.

“Si queremos participar en la innovación, tenemos que participar en el descubrimiento”, decía recientemente Carlos Cordón en una conferencia de la Fundación Bamberg en el Ateneo de Madrid. “El reto más importante es la gestión del Conocimiento. Si queremos tener un país innovador, tenemos que tener universidades innovadoras”. Para ello proponía las siguientes
condiciones: excelencia en el qué hacer, pasar del descubrimiento al producto, de manera que para pasar del Centro de Investigación a la compañía tecnológica y a la gran farmacéutica hay que hacer una hoja de ruta.

El ingenio y la creatividad se ponen de manifiesto más fácil y eficientemente en pequeñas empresas o grupos pequeños con gran autonomía. El reto es cómo podemos hacer que estas empresas puedan acceder a las fases de investigación clínica más costosas, cómo podemos establecer contactos con empresas más grandes y con recursos y organización para poder poner en valor estos logros y aprovecharnos de este conocimiento, completando su investigación y posibilitando su comercialización y, por tanto, su aplicación en beneficio de los ciudadanos y pacientes.

En este sentido, las medidas tomadas en diversas Comunidades Autónomas para la creación de Bioclusters y Parques Científicos y Tecnológicos, son una clara referencia para el resto del Estado Español y para Europa y otros países.

También se ha avanzado en el desarrollo de la carrera profesional de los médicos con el fin de compatibilizar la labor asistencial
con la de investigación, la creación de Fundaciones de Investigación en los grandes hospitales con el fin de apoyar a los grupos de investigación, fundamentalmente en tareas administrativas, y el desarrollo normativo que permita una mayor eficiencia de los ensayos clínicos, especialmente de los de base académica. Medidas estas que esperamos que en un futuro no muy lejano,
permitan incrementar el número de patentes.

Pero esto no basta. Una vez que el avance clínico está conseguido y disponible, es necesario gestionar su rápida aplicación por la organización asistencial. Cómo capacitamos a nuestros profesionales, cómo implantamos estas nuevas terapias de la manera más eficaz y eficiente, cómo incorporamos estas novedades terapéuticas en  los procesos y protocolos asistenciales.

Las oportunidades de mejora que nos ofrecen los avances de las nuevas tecnologías biomédicas, exigen que los gestores realicen análisis de coste/beneficio, en relación con cribados de poblaciones de riesgo para pruebas diagnósticas o vacunas que permitan la prevención de enfermedades o su desarrollo, calculando las economías que proporcionan y estimando los beneficios en salud, tanto en su aplicación para la prevención de enfermedades, como para su curación y tratamiento.

Recientemente, el consejero delegado del Hospital Clìnic de Barcelona, en un evento de la Fundación, decía “hay que acabar con la frivolidad con que se relacionan las nuevas tecnologías con los costes. Las Tecnologías de la Salud están reduciendo
exponencialmente sus costes y aumentan exponencialmente sus capacidades”
. Un ejemplo es el avance increíble de la supercomputación y la previsible bajada exponencial del coste de los test genéticos.

Finalmente quiero concluir poniendo de relieve la importancia de que el ciudadano, que paga con sus impuestos o con sus compras, valore y sepa de la utilidad de la investigación. Sea consciente de los grandes logros que se están alcanzando y se produzca una sensación de interés general en los medios de comunicación y por tanto en el público en general, similar a la
expectación obtenida en su día por la carrera a la Luna, o por algunos acontecimientos deportivos como las Olimpiadas.

La inversión en salud es la más rentable para un país. El nivel de salud y calidad de vida de un país está en relación directa con su prosperidad económica y social. Un país sano física y psíquicamente, es necesariamente un país próspero y feliz.

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