Innovación no es renunciar al pasado, es reconocer lo bueno del pasado, de la experiencia sufrida, para mejorar, para progresar, para conseguir mejores logros, para asegurar un futuro mejor. Se trata de, a partir de lo que tenemos, de lo bueno que hemos logrado, construir un futuro mejor.

El punto de apoyo de la innovación es la experiencia. Por ejemplo, la telefonía móvil, que desplaza a la fija, no habría sido posible sin la experiencia de la fija. Lo mismo ocurre con los transistores respecto a las válvulas. Lo que ocurre es que, no solo desplazan a las tecnologías anteriores sino que utilizan otro medio tecnológico distinto, innovador, que significa una ruptura brusca respecto al modo de cómo se hacían
antes las cosas, suponiendo una innovación disruptiva. Pero no es la ruptura la que produce la innovación sino es la innovación la produce
esa “ruptura”.

En sanidad se puede innovar en tecnología, en técnicas, en organización, en servicios o productos. Nuevos principios activos, nuevos robots y sistemas tecnológicos, nuevas técnicas quirúrgicas y terapéuticas, nuevo software clínico, nuevos productos y servicios sanitarios. También en nuevas formas organizativas y de gestión. La ONT representó una innovación en el mundo de la organización sanitaria.

Pero las innovaciones disruptivas son las que están viniendo derivadas del auge de la biotecnología, de la biomedicina y del desarrollo de
la informática, la genética y la medicina regenerativa y autológica. Esto supone nuevas formas mas eficientes y eficaces, alternativas a la que se hasta ahora se están usando, para mejorar la salud y curar las enfermedades.

Esto si significará una disrupción que afectará de manera importante, no solo a la medicina, sino a toda la industria de la salud. Toda
una revolución.

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