No es la primera vez que me refiero a África. En mi anterior artículo “África, ¿Oportunidad o peligro para Europa?” ya exponía los problemas que se están generado en África y la punta del iceberg de los que se están generando en Europa donde, si nadie lo evita, se acabará sustituyendo la actual población autóctona por la población procedente de África del norte y subsahariana. También avancé en mi libro “Europa en Peligro”, el capítulo dedicado a “La pobreza, África y Europa” los problemas reales para la erradicación de la pobreza en África, el desequilibrio poblacional y la explosión demográfica y el problema derivado de la época colonial, acabando con una visión optimista dada su enorme extensión territorial y la gran riqueza en gas, petróleo y materias primas.
África es el continente con mayor crecimiento demográfico del mundo. La población de África se duplicará en los próximos treinta años. Según las estimaciones de las Naciones Unidas, la población aumentará en unos 1.000 millones de personas, de las cuales un 80%, es decir, 800 millones, vivirán en ciudades.
África tiene la mayor tasa de urbanización del mundo. La aglutinación de la población en las ciudades es imparable. Según el Global Cities Institute, en el 2050, dos de las diez ciudades más grandes del mundo serán africanas: Kinshasa y Lagos, y las cuidades de Dar es Salaam, Jartum y Niamey serán gigantescas.
Este rápido abandono del medio rural, la llegada masiva a las ciudades y una tasa desmedida de natalidad, provoca los siguientes efectos a esta población: Pérdida de su identidad cultural, ausencia de educación ya que ni reciben la educación verbal en sus tradiciones y valores ni tiene acceso a una educación moderna que les permita el acceso a puestos de trabajo o a su desarrollo profesional.
La mayoría de las ciudades africanas son microcosmos de desigualdad global donde los extremos de la riqueza y la pobreza son muy visibles. Las ciudades tienen zonas densamente pobladas con problemas de acceso al agua potable y a los alimentos. Las viviendas son chabolas inseguras y sin electricidad. En estas grandes fonas, en su mayor parte periféricas a las ciudades, carecen de salubridad pública y de gestión de los residuos. También carecen de sistemas de transporte y otras infraestructuras, en una situación de inseguridad y difícil acceso a la justicia. Por supuesto, sin acceso a la educación y el empleo.
Los pobres de las zonas urbanas viven en asentamientos informales, es decir, en zonas que carecen de viviendas seguras y de servicios básicos, vulnerables a inundaciones y a otros riesgos ambientales.
La falta de oportunidades, la pobreza y una seguridad ausente o corrupta también hacen que las poblaciones urbanas sean vulnerables frente a la delincuencia y violencia organizada, así como a la violencia social.
420 millones de jóvenes de 15-35 años. Entre 10 y 11 millones de jóvenes africanos entran en el mercado laboral todos los años, pero sólo se crean tres millones de puestos de trabajo anualmente.
En mi anterior artículo decía “Los jóvenes abandonaron sus aldeas, olvidaron sus tradiciones, perdieron sus valores, encontrándose en suburbios donde no se encuentran a sí mismo. Solo piensan en la riqueza de occidente, en escapar a Europa y en los héroes del futbol. Son un caldo de cultivo magnífico para que las facciones yihadistas, como Al Qaeda BokoHaram, los incorporen a sus filas bajo el sometimiento de Alá”.
O procuramos que África se civilice y adquiera las capacidades necesarias para generar su propia riqueza, para educar a sus ciudadanos, para desarrollar su cultura y prosperar, o será uno de los focos conflictivos mas importantes del planeta y uno de los mayores problemas para la subsistencia de la Europa histórica y su civilización.