¿Por qué los atardeceres
son más bellos que el amanecer,
más áureos, más cálidos y entrañables,
mientras el alba es frío, acerado, desafiante?
¿Por qué son las mañanas frescas y alegres
y las tardes propensas a los placeres?
Es la experiencia del día.
La incertidumbre por lo que vendrá
y añoranza por lo que se va.
La experiencia que se fía.
¿Por qué es más sabrosa la fruta
cuando madura?
¿Por qué son la hojas más hermosas
en el otoño?
Porque cuando ha madurado por fin la vida,
cuando se ha cerrado por fin la herida,
es cuando esta es más plena, más feliz, más sabia…
Y sin embargo el horizonte de vida se acorta
mientras germina, pare, crea y aporta
todo de nuevo con aumento y sin rabia.
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