En España, la independencia judicial está destruyéndose y la separación de los poderes legislativo y ejecutivo no es una realidad desde la promulgación de las leyes electorales y de partidos políticos.
En este contexto, el gobierno actual ha ido copando el resto de instituciones nombrando o haciendo nombrar a miembros de su partido, el socialista, y a ex altos cargos del Gobierno en todas las instituciones del Estado. Así ha ocurrido con el INE, el CIS, Indra, Correos, las empresas públicas, el Tribunal de Cuentas, la Fiscalía, la Abogacía del Estado, Hacienda y la AEAT, la CNMV, Gran parte de la judicatura, el Tribunal Constitucional, los generales de la Guardia Civil y del Ejercito, la Policía Nacional, los medios públicos y privados de comunicación, adentrándose en las empresas de Ibex. Esta situación cada vez nos recuerda más a todos el camino hacia la dictadura o, lo que es peor, la tiranía.
Razonando sobre esto, no pude menos que ir a rescatar las reflexiones de John Locke, que vivió a finales del siglo diecisiete y primeros del dieciocho, fue el padre de las democracias liberales e inspirador de manifiestos como el de la constitución de los Estados Unidos.
A la vista de sus reflexiones sobre la tiranía y el derecho del pueblo a rebelarse contra ella, veo que nuestra situación no es ya que nos estemos convirtiendo en un régimen autárquico, como dicen muchos, o dictatorial, como apuntan otros, sino, mucho peor, en un régimen tiránico.
Veamos por qué:
La tiranía, según John Locke, “consiste en hace uso del poder que se tiene, mas no para el bien de quienes están bajo ese poder, sino para propia ventaja de quien lo ostenta. Así ocurre cuando el que gobierna, por mucho derecho que tenga al cargo, no se guía por la ley, sino por su voluntad propia; y sus mandatos y acciones no están dirigidos a la conservación de las propiedades de su pueblo, sino a satisfacer su propia ambición, venganza, avaricia o cualquier otra pasión irregular”.
“Siempre que el poder, que se ha depositado en cualesquiera manos para el gobierno del pueblo y para la preservación de sus propiedades, es utilizado con otros fines y se emplea para empobrecer, intimidar o someter a los súbditos a los mandatos abusivos de quien lo ostenta, se convierte en tiranía.”
“Si todo el mundo advierte que se promete una cosa y que se hace otra, que se utilizan artimañas para eludir la ley, y que la prerrogativa -que es un poder arbitrario que se ha dejado en manos del príncipe para ciertas cosas y que está dirigido a procurar el bien, y no el mal, del pueblo- es empleada con fines contrarios para los que fue concebida; si el pueblo se da cuenta de que los ministros y magistrados subordinados nombrados para esos cargos cooperan en la consecución de esos malos fines, y que son favorecidos o postergados en la medida en que los promuevan o se opongan a ellos; si el pueblo ve que el poder arbitrario se manifiesta en varios casos, y que bajo cuerda se favorece a la religión que da más aliento a esas arbitrariedades aunque públicamente se la condene, y que da el máximo apoyo a los miembros activos de dicha religión o, cuando ello no es posible, se les mira con buenos ojos; si ve el pueblo que una larga cadena de acciones muestra que las recomendaciones del gobierno tienen esa tendencia, ¿cómo podrá hombre alguno engañarse a sí mismo y no reconocer el cariz que las cosas están tomando?”
En este caso, frente a estos atropellos y a la ausencia de instancias judiciales adecuadas no restará otro expediente que la «apelación al cielo», es decir, combatir al opresor e instaurar un poder legal. Ante tales situaciones, la gente quedará en libertad de actuar por su cuenta y, antes de que resulte «demasiado tarde» para evitar la disolución de la comunidad y erigir un nuevo legislativo. Con ello los hombres gozarán de un derecho tanto para sustraerse a la tiranía como para prevenirla.
Un dictador puede trabajar para el provecho y bienestar de su país, pero un tirano lo hace solo para el bien propio; a costa de su país.
San Isidoro (560-636): Rex eris si recte facies, si non facias, non eris (rey eres si obras rectamente, si no, no lo eres)
Bueno. Quien quiera profundizar en ello puede leer los dos tratados sobre el gobierno civil, una obra de filosofía política publicada anónimamente en 1690 por John Locke.
¿Estamos entrando en una tiranía, bajo un tiranuelo? ¿a las órdenes de quién?
Saquen sus conclusiones.