La corrupción de un cargo público a cambio de dinero es un robo a los ciudadanos, pero no es la única corrupción a perseguir. La corrupción de la judicatura por razones políticas es, si cabe, mucho peor. También la corrupción política y administrativa, la prevaricación, el nepotismo, etc. son diferentes clases de corrupción que se dan en nuestra sociedad.
Pero la corrupción moral es lo peor, tener el alma corrupta por el odio y el resentimiento. Odio, y resentimiento que destilan los líderes de las formaciones populistas y demagógicas de extrema izquierda y parte de nuestra sociedad. Esta corrupción moral es la corrupción extrema, el paradigma de la corrupción, pues lleva inexorablemente a la corrupción a cambio de dinero, a la prevaricación, al nepotismo y a la violencia. La corrupción moral desemboca inexorablemente en violencia.
Y ya estamos viendo las primeras consecuencias.