Armas biológicas
El uso de microorganismos (virus, bacterias) o agentes bioactivos (toxinas), con el fin de producir enfermedades a las fuerzas militares enemigas, a la población civil o contaminar sus fuentes de agua o alimentación, es lo que conocemos como guerra biológica.
Hoy en día, mediante la biotecnología, se pueden modificar genéticamente microorganismos patógenos existentes y convertirlos en potentes armas biológicas. Para la creación de un nuevo microorganismo, basta con extraer del ADN de un virus o de una bacteria el gen que contiene la característica buscada, por ejemplo, un gran potencial infectivo, copiarlo e introducirlo en el genoma de otra que es letal, pero muy poco contagiosa. La recién nacida suma las características de sus progenitoras: capacidad para matar y propagarse.
Según los expertos, los microorganismos adecuados para su uso como guerra biológica han de poder dispersarse con facilidad utilizando, por ejemplo, aerosoles. Estos microorganismos deben ser muy infecciosos, es decir, que con una baja dosis del microorganismo se pueda inducir la enfermedad y, preferentemente, que el contagio sea persona a persona. También debe ser estable en el ambiente para asegurar su permanencia como agentes patógenos.
Si se tuviera que diseñar un virus como arma para destruir la economía y la sociedad de las naciones, las características del mismo serían las siguientes: Un virus de alta contagiosidad y baja letalidad que provocara el confinamiento y distanciamiento de las personas y que fuera enormemente más letal con las personas mayores, generalmente más conservadoras y, sobre todo, poseedoras de la memoria histórica y de los valores morales tradicionales y del derecho natural. De esta manera se facilitaría la posibilidad de manipulación de los jóvenes y la ingeniería social. El caso es que este virus, el coronavirus SARS.Cov.2, cumple con estas características. El confinamiento y el aturdimiento social provocado por la continua y contradictoria desinformación facilita el proceso de reingeniería y sometimiento social.
La falta de información por el gobierno chino y las desinformaciones llegadas desde la OMS y otras instituciones, permitieron, cuando no provocaron, la rápida propagación del virus en Europa con un fortísimo brote inicial en Italia. Una vez propagado el virus, fueron llegando medidas de confinamiento total de la población, mientras sin embargo seguían abiertas las vías externas por las que, por aire y por mar, entraba y sigue entrando el virus. No sé si el escape del virus de Wuhan fue un accidente o no, ni si su diseño fue intencionado o no; pero lo que si es cierto es que ha estado y está siendo aprovechado como arma geoestratégica para aumentar el poder de China y de la nueva izquierda populista en América y España.
Las armas psicológicas
La utilización de armas psicológicas para amedrentar al enemigo o a las poblaciones viene desde los tiempos prehistóricos. No hay más que fijarse en los comportamientos de las tribus africanas con sus pinturas, tambores y cánticos antes de las batallas. Esto ha sido un patrón común a las guerras de toda la historia: tambores, trompetas, canticos y gritos con los que amedrentar al enemigo han llegado hasta nuestros días. También las tretas y los engaños para que el enemigo cayera en equívocos y trampas. La información, la desinformación y la propaganda han sido herramientas fundamentales en las guerras y en las estrategias para hacerse con el poder y el dominio de los pueblos. Estas armas se desarrollaron hasta la perfección por los ideólogos extremistas y totalitarios del marxismo leninismo y el comunismo en general, así como por el fascismo italiano y, sobre todo, por el nacionalsocialismo alemán, ambos una variante del socialismo. La manipulación de las masas y la ingeniería social son inherentes a la idea del socialismo de configurar sociedades colectivistas sometiendo al individuo a la colectividad. El desarrollo de la propaganda marxista leninista y nazi son el paradigma de la misma.
Hoy en día, el inmenso avance de la tecnología que permite obtener en el momento imágenes, textos, voz, documentos, vídeos, desde cualquier punto del mundo; que nos permite conectarnos desde el espacio, mediante los satélites, y desde los que podemos observar hasta el menor detalle cualquier cosa que se mueve en la tierra. La capacidad tecnológica de producir realidad virtual o montar videos, audios e imágenes falsas no tiene límites. La capacidad de almacenar ingentes volúmenes de datos y la posibilidad de tratarlos mediante algoritmos para obtener la información que se desee utilizando además las capacidades del autoaprendizaje utilizando inteligencia artificial permite que tanto la capacidad de espionaje, inteligencia competitiva y producción de información falsa son infinitamente mayores.
Todos esto se puede utilizar para engañar, aturdir, desorientar, manipular, deprimir o enfurecer a las poblaciones del propio país o de los países enemigos. Son una potente arma contra el enemigo pero también un arma muy eficaz de ingeniería social.
Armas biofísicas
Una amenaza muy importante, de la que habló en una reciente reunión el Coronel Luis Enrique Martín Otero, responsable de la Coordinación de la Red de Laboratorios de Alerta Biológica (RE-LAB) en VISAVET – UCM) es la de las amenazas biofísicas, mediante el electromagnetismo.
Las armas electromagnéticas hoy en día no son ya ciencia ficción y, por ejemplo, pueden destruir los componentes electrónicos que se encuentren dentro de su radio de acción dejando ciego y paralizado a cualquier ejército o instalación tecnológica. Tales ingenios son capaces de neutralizar ejércitos enteros con un solo impulso electromagnético corto. Estas armas no sólo inhabilitan radares y computadoras sino también tanques, cazas y barcos al destruir sus sistemas electrónicos.
Según el coronel Otero, “el cerebro será el próximo campo de batalla de las guerras con armas psicotrónicas, dado que es un órgano con electromagnetismo. El cerebro y el corazón funcionan con impulsos eléctricos, que se miden, respectivamente, en los encefalogramas y en los electrocardiogramas, pero el funcionamiento de todo el organismo en su conjunto se basa en la electricidad. Todas las células se comunican mediante impulsos electromagnéticos”. Mediante estas armas electromagnéticas se podrá inducir en la población estados de euforia o depresión y ansiedad y desorientación, de agresividad o de temor y pánico.
Pero las armas o herramientas biofísicas son también capaces de generar cambios climáticos, terremotos o sunamis en determinadas zonas o regiones, una aparente ciencia ficción, pero para lo que debemos estar hoy preparados. No solamente nos amenazan las bombas atómicas…