Ya todo el mundo está de acuerdo en los graves problemas causados por el Gobierno Socialista de Zapatero. Durante su mandato se ha acelerado de manera inusitada la desvirtuación de la justicia, el parlamento, la universidad, los sindicatos, las cajas de ahorros y el sistema financiero; los gobiernos central y autonómicos han desplazado a la sociedad civil de allá donde han podido, creando fundaciones y empresas púbicas o actuando directamente desde la Administración. Esto es lo que les mueve: conseguir la mayor cuota de poder, dominar lo más posible, porque el sistema es un sistema corrupto.
Si con Felipe González y Alfonso Guerra fue el Gal, con Zapatero y Rubalcaba ha sido el caso Faisán y, lo que es más grave: el triunfo de ETA poniendo a su brazo político Bildu en las instituciones y apuntando con sus armas no entregadas. Sin arrepentimiento ni disolución, con el arma apuntando a una sociedad indefensa y con una estrategia sin límites morales.
Muchos miran hacia atrás fijándose en Felipe González. Su etapa no fue tan crispante, al menos al principio, en su primera legislatura en que mantenía las formas heredadas de la transición. Creen que sus gobiernos fueron mejores porque la gente tiene la tendencia a olvidar las cosas desagradables y mantener en la memoria solo las agradables. Pero no, no hay que olvidar el Gal, la corrupción, a Alfonso Guerra y su cinismo, sus manifestaciones de “Montesquieu ha muerto” y “a España no la va a reconocer ni la madre que lo parió”. El gobierno de Felipe González dejó a España sumida en una grave crisis económica y social. La corrupción estaba continuamente en los titulares de la prensa, la tasa de paro era del 23%. El 40% de los jóvenes y el 30% de las mujeres no encontraban un trabajo. En España trabajaban por entonces poco más de 12 millones de personas, el mismo número de personas que veinte años antes. La renta por habitante era en España del 78% de la media comunitaria, el mismo porcentaje que veinte años antes. El sistema público de pensiones estaba al borde de la suspensión de pagos. La deuda pública crecía de forma explosiva, aproximándose al 70% del PIB. Los tipos de interés se habían elevado a más del 11% y la inflación se situaba en el entorno del 5%, muy lejos de la media europea.
Tras la labor realizada por el Gobierno de la derecha liberal y reformista de Aznar, el socialista Zapatero recibe en 2004 un país recuperado, en el que la tasa de paro se había reducido al 11%. Se habían creado más de 5 millones de nuevos puestos de trabajo, y en España trabajaban ya casi 18 millones de personas. La renta por habitante había crecido en España hasta el 88% de la media europea (UE 15), es decir, se habían logrado diez puntos de convergencia. España registraba el primer superávit en sus cuentas públicas de toda la democracia. La Seguridad Social registraba superávit y se había creado un Fondo de Reserva de la Seguridad Social como garantía del sistema público de pensiones, La deuda pública se había reducido al 50% del PIB. La calificación de la deuda pública española había subido hasta alcanzar la máxima calidad posible, la misma calificación que Francia, Alemania o los Estados Unidos. La inflación era de apenas el 2%. Los tipos de interés se habían reducido también hasta el 3%. España se había convertido, además, en la segunda economía del mundo en Iberoamérica en términos de inversiones directas. En esos ocho años, la economía española siempre creció por encima del 2,5%, incluso durante los periodos de crisis económica internacional. Porque en 2000-2003, mientras Francia, Alemania e Italia se sumergieron en una profunda crisis económica, España siguió creciendo cerca del 3% y creando cientos de miles de empleos cada año[1].
Hoy Zapatero, con su indolencia, sus fantasías y su dogmatismo,su empeño en lavar el cerebro de los españoles, ha dejado a España quebrantada. Con exacerbación de los nacionalismos y los regionalismos, con una sociedad dividida, una clase política endiosada,una población inculta y, en definitiva, una corrupción y perversión de las virtudes y de los valores humanos naturales.
En España han entrado 6 millones de inmigrantes, la mayoría ilegales, en 6 años. Inmigrantes sin formación. Hemos pasado de 41 millones de habitantes en 2002 a casi 47 millones en 2010. El equivalente a la suma del País Vasco, Canarias y Castilla La Macha juntas, por ejemplo, o como toda la Comunidad de Madrid. Tenemos una bajísima tasa de natalidad. La población española ha permanecido estable desde hace 6 años, pero empezará a decrecer. Mientras, desde el Gobierno Socialista se ha cuestionado la familia, penalizado a las madres, a las amas de casa, fomentado el aborto y atacado valores como el esfuerzo, la superación, el conocimiento y el reconocimiento a la autoridad de los mayores y el desprecio de aquellos que han conseguido superarse.
En España el número de pensionistas se doblará entre 2010 y 2040, lo que hay que contrastar con la altísima tasa de parados de más del 21%. Contamos con 5 millones de parados, y en España trabajan solo 18 millones de personas[2], el mismo numero que hace ocho años, aunque hay 6 millones más de habitantes (inmigrantes) sumando un total de más de 46 millones de habitantes. La renta por habitante en España se sitúa en el duodécimo puesto de los 27 países que integran la UE. El crecimiento del PIB en estos años ha sido del 0.1%. El déficit público se situó en 9,2% en diciembre de 2010 . La Seguridad Social registró una reducción del superavit de un 72% en doce meses y entrará en déficit en 2011. Y para el colmo quieren liquidar su patrimonio inmobiliario de hospitales. Según datos del Banco de España, la deuda pública se ha incrementado situándose en el 75% del PIB aumentado en 100 mil millones de euros anuales en los últimos tres años. España está el 6,345% por la emisión de deuda, La calificación de la deuda pública española ha bajado en picado. A pesar de la bajada del PIB la inflación es del 3,2%. Un dato muy doloroso: 300.000 familias han perdido sus casas, y comprometidas sus rentas cuando la valoración de las casas era inferior a las hipotecas pendientes, en los últimos tres años.
Pero esto no es lo único. Es problema es la falta de credibilidad de este gobierno y la extensión de esta sensación al conjunto de políticos. La destrucción de valores, el fracaso de la enseñanza, que ha situado a España es el país de la Unión Europea con mayor fracaso escolar con un porcentaje del 31,1%. El doble que la UE.
Pero esto no habría sido posible sin una más o menos connivencia de la mayoría de los partidos políticos, especialmente de los nacionalistas, fueran del signo que fueran, y una cierta tolerancia de la oposición. El desprestigio y desvirtualización de las instituciones, permitida por todos los partidos y liderada por el gobierno socialista ha dado lugar a esta situación de inseguridad jurídica y de falta de credibilidad en el gobierno y en la clase política, convirtiendo a esta democracia en algo falso y desnaturalizado.
El problema es que es España ha privado más el resentimiento de clase y la envidia que la lucha por las libertades individuales
y ciudadanas frente a la opresión del poder. PeroEspaña ha demostrado ser uno de los pueblos más ingeniosos y emprendedores del mundo cuando se dan las circunstancias de libertad necesarias para su desarrollo.