A partir de Felipe González y la unificación de los partidos socialistas, el PSOE, que hasta entonces era un partido marxista, pasó a ser un partido socialdemócrata al estilo del SPD alemán, renunciando al marxismo.
El PSOE pasó entonces a una situación de discontinuidad con el de la 2a República. A una ruptura con el pensamiento marxista y, por supuesto, con el pensamiento marxista-leninista de Largo Caballero, uno de los artífices de la guerra civil.

Con este posicionamiento socialdemócrata el partido socialista logro el respaldo internacional y de la mayoría de la sociedad española.

No se acaba de entender ahora que un partido de pensamiento socialdemócrata y que, por tanto suscribe la democracia liberal en contra de las democracias totalitarias de pensamiento comunista, reivindique continuamente a los dirigentes socialistas de la segunda república.

Zapatero supuso un cambio de actitud respecto a Felipe González desarrollando una política de radicalización y un encarnizado ataque al PP y que le condujo a una situación de confrontación y crispación en la sociedad, a una desacreditación internacional y que llevó al PSOE a su mayor desastre electoral.

La Socialdemocracia está ideológicamente muchísimo más cerca de la democracia cristiana que del marxismo o del comunismo. Así lo demuestran los acuerdos de gobierno desarrollados en otros países, de los que el acuerdo de gobierno alemán entre el SPD y la CDU se muestra paradigmático.

El PSOE se proclama socialdemócrata mientras que el PP pertenece a la Internacional Demócrata Cristiana, que actualizó su nombre a Internacional Demócrata de Centro.

Es incomprensible para los ciudadanos esta situación de crispación y de ruptura entre ambos partidos y echamos de menos el espíritu democrático en el que los demás son contrincantes pero no enemigos. Una situación en la que en vez de insultarse y amenazares se compita por ofrecer ideas para la prosperidad económica, intelectual y cultural de los ciudadanos y soluciones a sus problemas.
.