Declamada en el Ateneo de Madrid
¡Oh, famoso caballero,
el de la Triste Figura!,
ha reído el mundo entero
tu locura.
Sin pensar que en el abismo,
término de las edades,
locuras y vanidades
son lo mismo.
Que por diversos engaños,
cubiertos con altos nombres,
van a matarse los hombres
en rebaños.
Y en aventuras andantes,
piensan por encantamento
que los molinos de viento
son gigantes.
Se ríen de que trastornes
lo real en tus empresas;
se olvidan de las princesas
maritornes.
De que siempre habrá quien fíe
en la bella Altisidora,
si de amor dice que llora
cuando ríe.
Y que, triste o venturoso,
es el amador, quien crea
para amar, su Dulcinea
del Toboso.
Se liberta a galeotes,
se combate con yangüeses,
se dan tajos y reveses
por azotes.
Y en los mundos del ensueño
se va a ciegas y al acaso,
sustituyendo a Pegaso,
Clavileño.
Y ni fieras ni titanes
habrá que la marcha impidan,
¡del mismo a quien intimidan
los batanes!
¡Oh, famoso caballero,
el de la Triste Figura!,
ha reído el mundo entero
tu locura.
Sin mirar que en el abismo,
término de las edades,
todas nuestras vanidades
son lo mismo