Cataluña no es que pertenezca a España, es que es España. Tan España como Castilla. Más que Castilla si cabe pues fueron los primeros en la Edad Media en reivindicar España. Eran la Marca Hispánica. La primera. Es que se escribió en romance fue Espanya. El catalán, como el gallego, el aranés o el vascuence son lenguas españolas como el castellano y así deben ser comprendidas, queridas y estudiadas por todos. El castellano, una de las lenguas españolas, se convirtió, por el devenir de la historia, en la lengua española universal.
Todos los españoles deben tener la libertad de expresarse en la lengua española que deseen y la obligación de conocer el castellano en cuanto que lengua española universal y oficial en España, sin menoscabo de la cooficialidad del resto de lenguas españolas en los territorios que también las hablan. Son un patrimonio de todos los españoles, como lo es el Pilar de Zaragoza, la Catedral de Santiago, la Alhambra de Granada o la Sagrada Familia de Barcelona, por poner un ejemplo.
Y no solo eso, España debe proteger sus idiomas regionales y favorecer que se sigan hablando en aquellas regiones de Europa donde se conservan, sin imponerse y sin exclusividad.
Es urgente una reforma del Estado que ponga un límite a los nacionalismos con una reforma de la ley electoral y del funcionamiento de los parlamentos autonómicos. Que ponga límite al debacle de nuestra historia y nuestra cultura y su secuestro por los partidos nacionalistas. La defensa de nuestra cultura, nuestras lenguas y nuestra historia exige que estas no se puedan secuestrar por políticos corruptos, extremistas e incompetentes oportunistas.
Todos debemos de concienciarnos de que hemos de amar, conocer, y sentir como propias todas las regiones de nuestra patria, sintiéndonos a la vez hijos de catalanes, vascos, gallegos, castellanos, andaluces o valencianos. Sentirnos orgullosos de su historia, sus costumbres, su lengua, su patrimonio cultural e histórico.
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