Sí, el derecho, porque no hablo de protección, ni de ayudas a las familias, no. Solo de justicia; del derecho que tienen respecto a aquellos que deciden seguir solos en la vida y no tener descendencia.
Hoy por hoy la familia es castigada pues no se reconoce su contribución al país generando nuevos ciudadanos y formándolos en la cultura y valores del país. Ciudadanos que contribuirán en el futuro para la sostenibilidad de nuestra economía y nuestra sociedad con sus impuestos y con sus cotizaciones a la seguridad social.
El sistema impositivo es claramente negativo para las familias pues paga lo mismo un soltero o un matrimonio sin hijos que una familia con hijos. Los impuestos deberían ser capitativos, es decir, la renta familiar debería dividirse entre los miembros de la familia para calcular la base impositiva.
Todos los ciudadanos tienen derecho a votar, con el mismo valor cada voto (contrariamente al sistema actual en el que el valor de un voto es diferente en función del lugar de residencia). Por ello, los menores tienen derecho a votar, a través de sus representantes legales, los padres. Creo que este es un derecho inalienable. Una familia tiene derecho a tantos votos como miembros la constituyen. Este es un derecho constitucional por cuyo reconocimiento todas las familias deben trabajar y la sociedad y los políticos tienen que reconocer.
Pero, además, como nuestro sistema de pensiones no es un sistema de capitalización, es decir, que las pensiones no se pagan con las contribuciones a la seguridad social que hijo el jubilado durante su vida laboral más las rentas que produjera ese capital, sino que las pensiones de los jubilados se pagan con las contribuciones a la seguridad social que aportan los trabajadores activos, como los padres han generado y criado ciudadanos que estarán contribuyendo en el momento en que aquellos estén jubilados, deberán tener derecho a una mayos jubilación que los jubilados solteros o que no tuvieron hijos.
En España la Tasa de natalidad por mujer que se sitúa entre 1,1 y 1,47 hijos por mujer desde hace 25 años, cuando el relevo generacional se asegura con 2,1. En los últimos seis años no ha aumentado la población genuina sino a base de la inmigración de seis millones de inmigrantes de baja cualificación profesional y cultural, de manera descontrolada y sin papeles. La paradoja es que contamos con un 21% de paro -que afecta principalmente a la población española- el mismo porcentaje de la población inmigrante. Y la población inmigrante irá regresando a sus países de origen en la medida que sus economías están emergiendo. la disminución de la población conllevará indefectiblemente la disminución de la actividad económica y su declive.
Según Jim Rogers, uno de los más afamados inversores de la última década recientemente decía: “El principal problema de Europa en el siglo XXI es probablemente el demográfico. El problema de la divisa común o de la deuda gigantesca son grandes problemas, pero el demográfico es el más importante. Si tienes una buena demografía puedes superar la deuda. No habrá italianos en cien años, no habrá españoles en cien años. ¿Hacéis algo para solucionar vuestro problema demográfico? Ésta es una de las razones de que el euro esté en apuros, o de que tengáis problemas con la deuda soberana. Tenéis una población que envejece rápidamente. Hicisteis grandes promesas a toda esta gente mayor y ahora no tenéis el dinero para mantener a la tercera edad. Por encima de todo vuestro peor problema en el siglo XXI es el demográfico”…
España cuenta con la natalidad más baja de Europa y una de las más bajas del mundo. La tasa de natalidad en España está por los suelos: 9,2 por cada 1.000 habitantes. Así que, o damos un giro radical a las políticas demográficas, reconociendo socialmente el valor y el mérito de las madres e incentivando y no penalizando a las familias y madres que desean tener y cuidar a sus hijos, o seguimos caminando aceleradamente hacia nuestra desaparición como pueblo.