La educación que se basa únicamente en la escuela no es suficiente. Con nuevas leyes de educación no lograremos superar la mala educación de nuestra sociedad, el fracaso escolar y, consecuentemente, el fracaso en el trabajo y los altos índices de paro juvenil.
Se necesita antes una sociedad sana y bien formada en los valores humanos del respeto, el esfuerzo y el reconocimiento del mérito, se necesita una sociedad virtuosa orientada al bien, la verdad y la belleza, que es lo que nos hace personas, como base de la educación individual, porque solo aquel que haya aprendido en el hogar y en la escuela a apreciar la grandeza cultural y económica de nuestra civilización europea, de su civilización, podrá sentir y sentirá el íntimo orgullo de ser parte de Europa.
La enfermedad de nuestra sociedad afecta a los educadores, afecta a los padres y, por tanto, a la educación de los niños. Un País que repudia a su historia, que renuncia a sus raíces, es un país en vísperas de su muerte.
Es necesario que demos a conocer las bondades de nuestra civilización europea y española (no solo sus defectos) y pongamos de relieve su grandeza cultural y económica para que la sociedad, los educadores, los padres y los niños la conozcan y se sientan orgullosos de ella. Para contar con una sociedad ilusionada, optimista y emprendedora. Porque solo se puede luchar por aquello que se quiere, se quiere lo que se respeta y se puede respetar únicamente aquello que se conoce.