Ya en el dogma de fe definido en el Primer Concilio de Constantinopla (381), las tres personas de la Trinidad son realmente distintas pero son un solo Dios verdadero. De acuerdo con ello, las iglesias católicas y apostólicas, tanto la ortodoxa como la romana, así como la inmensa mayoría de las iglesias protestantes, la Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios. Este dogma afirma que hay un solo Dios que existe como tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres dioses, sino un solo Dios, de manera que Dios es uno y trino.
En el párrafo 233 del Catecismo de la Iglesia Católica se dice que “Los cristianos son bautizados en «el nombre» del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y no en «los nombres» de éstos (cf. Virgilio, Professio fidei (552): DS 415), pues no hay más que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad.
Posteriormente, en el 237 dice: La Trinidad es un misterio de fe en sentido estricto, uno de los misterios escondidos en Dios, «que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto» (Concilio Vaticano I: DS 3015). Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo.
Tanto San Agustín de Hipona como Tomás de Aquino trataron de explicar este dogma. Posteriormente Guillermo de Occam concluía que su aceptación tiene que ser a través de la fe.
Bueno, ¿Y a qué se deben las interrogaciones del título?
Voy a razonar un poco. Yo creo que el problema de la Trinidad no existe. No es tal problema. Dios Padre en Dios por definición. Es el Dios del Antiguo Testamento que, gracias a Jesucristo, lo llamamos Padre, tal como nos lo enseñó en la oración que nos entregó: “El Padre Nuestro”. La dificultad reside en las otras dos personas: El Hijo y el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el espíritu de Dios. Por lo tanto, es Dios mismo. Igual que el espíritu del hombre es el mismo hombre. No se dónde está el problema. Cuando invocamos, cuando rogamos al Espíritu Santo, invocamos y rogamos a Dios.
El problema está en la segunda persona de la Trinidad: el Hijo. Jesucristo. Jesucristo es la encarnación de Dios. Es por tanto Dios hecho hombre. Pero es Dios. La dificultad está en la naturaleza de Jesucristo. En el credo Niceno-Constantinopolitano y posteriormente en el concilio de Calcedonia se afirma que Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, unidas en una misma persona, Jesucristo. Es Dios y Hombre verdadero. Es Dios mismo, pero además es hombre. De ahí viene el que sea una persona distinta. Al principio de la Iglesia cristiana surgieron diferentes herejías, como el arrianismo, etc. que ponían en duda estos aspectos y con mucha diversidad de propuestas. Con el fin de hacer frente a todo esto y unificar la ideología y la verdadera interpretación de todo ello, se reunieron los concilios de Nicea y de Costantinopla estableciéndose el dogma de la Santísima Trinidad.
Resumiendo: Dios es único. El espíritu de Dios infunde a los profetas y santos las palabras santas, comunicándose de esta manera con los hombres. Jesucristo es la expresión humana del mismo Dios (no otro diferente), con dos naturalezas, humana y divina. Dios se encarnó en el hombre, que creó a su imagen y semejanza. Este es el verdadero misterio de la fé. No el de la Santa Trinidad.