En el jardín de Melibea

Aquella noche hermosa
junto a un nardo y una rosa,
cantábamos suavemente
en un Edén decadente

Cantando guitarra en ristre
una canción alegre y triste
de amores y libertades,
ilusiones y verdades.

Escondidos entre el follaje
bebíamos y nos besábamos
con aquellas niñas venidas
de países muy lejanos.

Por Salamanca embrujados
sobre la muralla apretados,
la fantasía del momento
hacía de aquello un cuento.

Aquella noche tan bella
a la luz de las estrellas,
por el amor abrasados
en un rincón abrazados.
.

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