Un poco de historia.
España o Espanya es la derivación en romance del vocablo Hispania, que en el latín de los visigodos se escribía Spania, como lo hizo san Isidoro de Sevilla en su «Laus Spaniae«, término por el que se conocía en la antigüedad romana a toda la península llamada ahora ibérica. Pero los íberos no eran más que un pueblo de los muchos que poblaban Hispania (Celtas, Celtíberos, Iberos, Tartesos, Lusitanos…) Los íberos estaban sólo en el este de España. Hispania era una unidad desde los ojos de los extranjeros griegos y romanos. Pero Hispania se consolidó como una unidad con la romanización y la cristianización y, posteriormente con la consolidación del reino visigodo.
Por ello está en el sentimiento de la reconquista de España a los invasores musulmanes. Y este sentimiento de recuperación de España o Espanya está presente desde el primer momento e los textos catalanes, gallegos, leoneses o castellanos. El concepto de España y la acepción como España no es privativo de Castilla. Todos los habitantes de Hispania compartían ese sentimiento de pertenencia y de reconquista de la Hispania perdida arrebatada por los musulmanes.
El desarrollo medieval siempre estaba condicionado por un lado con el sentimiento feudal de los reinos españoles y el concepto general de España como este superior que englobaba a todos los reinos. Y este concepto de pertenencia del reino al monarca con un concepto patrimonial perduró hasta el fin de la dinastía de los Austrias en España. Desde Felipe II hasta Felipe IV el reino de Portugal perteneció también a los Austrias, consiguiéndose la unidad tan ansiada y buscada de los territorios de España, pero la mala política seguida por estos, que entendían que los reinos eran posesiones, provocó la rebelión de la nobleza portuguesa y la abdicación del monarca austriaco, aún siendo legítimo heredero, en el duque de Braganza, noble de descendencia real portuguesa.
Durante el período de evolución del latín vulgar y luego durante los años de la reconquista, se dio lugar a la creación, desarrollo y consolidación de las lenguas romances en España como el gallego (del que deriva el portugués), el leonés, el catalán y el castellano. Durante la reconquista y repoblación de España se desarrollan otras lenguas menores o dialectos locales en Castilla, Cataluña, Valencia, el norte de Extremadura (con hermosos ejemplos escritos por Gabriel y Galán) y otros muchos lugares.
El castellano fue tomando fuerza como lengua común para todos los habitantes de España siendo impulsada por La Corona al usarla de manera preeminente, quedando el resto de lenguas para su uso popular salvo el Catalán que sigue siendo la lengua vehicular en Cataluña, Baleares y Valencia. Prueba del desarrollo y consolidación del Castellano es la creación de la primera gramática de esta lengua romance por Nebrija y más adelante, en el siglo XIX con la creación de la real Academia Española que delimita, entre otros muchos aspectos, la ortografía asumiendo aquella forma más usual de escribir una palabra, independientemente de la ortografía de su ascendiente etimológico.
La península Hispanica (un nombre más propio que el de ibérica) o de España (la tilde de la eñe es una í puesta encima de la ene)[1] siempre ha sido una unidad en la diversidad; y esta diversidad puede ser un valor enriquecedor o puede ser empobrecedor, tanto cultural como económicamente. Solo cuando ha habido una unidad en la diversidad, España ha sido un gran referente cultural, económico y, por tanto, político en el mundo. Los reinos de taifas estaban destinados a ser invadidos y arrasados por pueblos menos evolucionados y culturalmente elementales como los almorávides o, más tarde de nuevo cuando se vuelve a plantear la misma situación, por los almohades.
Un poco de geografía
Curiosamente, esta idea de la Unidad en la diversidad se da también en la geografía. Somos una península, casi una isla debido al corte del ismo por los pirineos. Nuestra frontera es el mar y allí donde no lo es se levanta una barrera más fuerte todavía que son los Montes Pirineos. La península española tiene todo tipo de climas: atlántico, continental, mediterráneo, alpino, desiertos… Con grandes contrastes incluso en regiones pequeñas como la Navarra en la que en muy poca distancia puedes pasar de las montañas y la nieve, al clima atlántico y al desierto de las Bárdenas. O en Andalucía, donde paradójicamente se encuentra el lugar con el índice pluviómetro más alto de la península.
Las costumbres
Las fiestas y costumbres prácticamente eran las mismas en toda la península: las hogueras de San Juan, los huevos de Pascua, los toros, las jotas, etc. eran patrimonio de todos y no atribuibles específicamente a ninguna región. Los hechos diferenciales eran mínimos y a veces más profundos entre localidades de una misma región que entre las regiones. Las costumbres eran españolas y eran europeas, muy similares a las italianas y a las francesas, basadas en las costumbres derivadas de la religión cristiana. Son los gobiernos autonómicos los que se han empeñado en recoger alguna de esas costumbres y simbolizarlas como exclusivas de su Comunidad con el fin de conseguir símbolos de diferenciación. Son los políticos nacionalistas los que tratan de construir lenguas, costumbres, cultura diferenciadora con el fin de justificarse, falseando si es necesario la historia y las mismas costumbres.
Los nacionalismos y las autonomías
Siempre los políticos han tratado de exacerbar el sentimiento nacionalista a favor de sus intereses. La historia está plagada de casos en que los nobles en Portugal, Castilla o Andalucía, los reyes o los monarcas de otros países han exacerbado a las masas, prometiéndoles el oro y el moro y presentando al contrario como malvado invasor para conseguir la defensa de sus intereses. Cuando no era contra el judío, era contra el castellano o contra el francés o el inglés.
La presión del nacionalismo fue utilizada profusamente por el socialismo marxista tanto en España como entre las naciones y pueblos del tercer mundo, provocando una apresurada descolonización y dejando a estos países en condiciones, en los que se había producido un importante desequilibrio ecológico, muy desventajosas para su desarrollo económico y social.
Esta presión nacionalista utilizada por el socialismo marxista en la España republicana llegó a límites increíbles, hasta el punto que cada municipio emitiera moneda propia y otros disparates que hicieron que España fuera ingobernable, buscando el fin último que era la revolución marxista y la implantación de la dictadura del proletariado. Con ello consiguieron, no la revolución, pero si un alzamiento gran parte del pueblo y de los militares desembocando en una guerra civil, que perdieron.
Tras un período de 40 años en que el régimen autoritario, resultante de la victoria frente al marxismo, navegó entre la autarquía y la tecnocracia, con aventuras en modelos nuevos de democracia que no llegaron a desarrollarse como fue la democracia orgánica, tratando de superar los males del régimen anterior a la guerra, se inició una nueva etapa con el Rey Juan Carlos como nuevo líder del régimen y sucesor de Franco.
Tras la muerte de Franco se inició un movimiento ciudadano que demandaba una transición hacia un régimen más libre y democrático, integrado en Europa, pero, sobre todo, hacia una reconciliación nacional. Movimiento que fue secundado por las autoridades del régimen tanto en el gobierno como en las cortes españolas. De esta manera, el propio régimen, en connivencia con los ciudadanos, se transformó para posibilitar un nuevo régimen democrático.
Pero fueron los partidos políticos, fundamentalmente los Nacionalistas, se hicieron con el poder y crearon una sobre protección de los partidos políticos y el estado de la Autonomías. Un artificio creado para su propio beneficio. La Constitución fue una manera de repartirse la tarta entre los políticos. Han ahogado la riqueza cultural, la diversidad local, la iniciativa popular instaurando una cultura uniforme y dogmática en los territorios que dominan.
Una cosa es reconocer los hechos diferenciales de Cataluña y de Vascongadas y otro es crear 17 autonomías, con 17 Gobiernos y 17 Parlamentos, de manera que la administración del Estado tiene que mantener a una pléyade de políticos y funcionarios, detrayéndolos de la actividad productiva del país. Tenemos los ayuntamientos con su gobierno municipal y sus concejales, las diputaciones con su presidencia y sus diputados, las Comunidades Autónomas con sus gobiernos y sus parlamentos y el Gobierno Central con su gobierno y su parlamento compuesto por dos cámaras, el Congreso de los Diputados y el Senado, mas un montón de órganos del Estado como el Consejo de Estado, el Tribunal Constitucional, etc., etc. Pero eso no es todo, están las
delegaciones del gobierno en las CC.AA y las subdelegaciones provinciales. También las delegaciones de los gobiernos autonómicos en las provincias, en la Capital del Estado, y las oficinas en Europa y en otros países. Y cada Comunidad con sus Juzgados y Tribunales Superiores de Justicia. Además tenemos que financiar también nuestra participación en la Unión Europea, Su Estructura política y su parlamento con sus correspondientes políticos y funcionarios. Al menos tenemos cinco administraciones superpuestas: Municipal, Provincial, Autonómica, Nacional y Europea, con sus estructuras representativas o parlamentarias correspondientes. ¿Cabe hacerlo más caro y complicado?
Es una verdadera barbaridad la cantidad de edificios estatales de las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos y el Gobierno Central: Ministerios, Consejerías, Distritos Municipales, servicios… No hay más que darse una vuelta por el centro de Madrid, Barcelona o cualquier otra capital de provincia. Con servicios duplicados y un galimatías para el ciudadano que no sabe bien a qué administración acudir. Y no digamos de la prolífica legislación que nos está llevando a un verdadero galimatías legislativo. Un ejemplo claro es diferentes Comunidades Autónomas han creado leyes particulares sobre los derechos y deberes del ciudadano respecto a la salud. ¿Cabe mayor disparate? Es decir, que un ciudadano español, en función de donde resida tiene más o menos derechos u obligaciones respecto a su salud.
Lo más lógico es que en la Constitución Española se hubiera tenido en cuenta los hechos diferenciales, tratando a cada uno de manera singular, pues su hecho era singular y por tanto sin agravios comparativos, y embarcarse en una estado de café para todos como si todas las regiones españolas tuvieran el mismo problema, que nos ha llevado a un proceso centrífugo y acelerado de asunción de competencias por las Comunidades Autónomas en una carrera desenfrenada. Esta decisión de café para todos fue muy bien recibida y fomentada por los políticos, que se han convertido en los nuevos caciques allá donde consiguieron el poder.
Hay que replantearse esta situación y ponerle imaginación. No podemos volver a la situación inicial, pero tenemos que volver a la sensatez y trabajar por un destino solidario común encaminado al progreso económico, cultural y social.
[1] También como alternativa de la nn transformación del sonido gn del latín
Es verdad que la constitución española recoge la división autonómica; increible invento para dar explicación a las nacionalidades en un mundo globalizado que hace pasar la «democracia representativa» a la «aristocracia electiva»o incluso la «democracia ficticia» que fue utilizada para crear la Europa de las libertades.
Castelar en una intervención parlamentaria señaló como el principio de la democracia la «soberanía nacional» o «la autonomía de la sociedad»….»Divide y vencerás»…y es la receta que se ha aplicado en su máximo exponente, con independencia de las 17 Comunidades Autónomas, con todas su estructuras multiplicadas al máximo sin reparar en gastos.
Basta leer a nuestros mayores para saber que lo que hoy tenemos fue descubierto hace tiempo; Pío Baroja sostuvo que el «dominio de la masa llamado democracia -«la palabra más insulsa que se ha inventado»- no es sino un absolutismo de número».
El pasado día 11 tomaron posesión por los alcaldes electos en pueblos de hasta 200 habitantes e incluso menos; pero no es ese ejemplo el más representativo del despilfarro democrático al que nos enfrentamos, porque esto tendría explicación en los pueblos aislados en parajes inhóspitos ¿cuantos pueblos en España se encuentran separedos por una calle? ¿Acaso se fusionan para evitar gastos y no duplicar servicios?, pues no; esto hace que la burocracia de las administraciones para autojustificar puestos y por supuesto impuestos y cargos, aplasten literalmente a los ciudadanos.
¿Igualdad frente a la Ley?, ¡es una absoluta falacia!; los que nos dedicamos a esto de la justicia nos repugna. ¿Dónde está la responsabilidad de los políticos por su gestión pública? ¿Qué es eso de la responsabilidad política?; la gestión de los gobernantes y de los gobiernos debe de juzgarse desde la igualdad ante la Ley, esto es, con el código civil en la mano y si cabe el penal;lo que hoy se autoaplica la clase política es una nueva versión del bálsamo de Fierabrás, que todo lo cura.
Creo Ignacio que se exige una regeneración pública en la que todos los que accedan a cargos de representatividad tengan las mismas normas que el resto de los ciudadanos, y así a quien le interese o tenga verdadero sentido del servicio público y se crea capaz que se presente electoralmente hablando ya sabría lo que se jugaba. ¿Acaso no prestan un servicio a la sociedad quienes día a día diseccionan la actualidad? ¿Acaso no prestamos un servicio a la comunidad quienes opinamos y/o analizamos lo que ocurre en nuestro entorno? ¿qué ha hecho un político cuando se retira más que un ciudadano que, día a día, tiene que trabajar para «arrimar el hombro»?; sinceramente, soy de la opinión, que la desvergüenza en la que se instala nuestra clase política tiene que literalmente desaparecer, son privilegios que no caben en una sociedad informada, que sabe lo que sucede y que pasará factura por los excesos que se vienen comentiendo por algunos.
Para terminar este comentario quiero hacer una cita del gran Ortega cuando en la Rebelión de las Masas dice «Hay un hecho que, para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea de la hora presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social…quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a los pueblos, naciones, cultura, cabe paceder. Esta crsis ha sobrevenido más de una vez en la historia. Su fisonomía y sus consecuencias son conocidas. También se conoce su nombre. Se llama la rebelión de las masas»; como podemos ver de plena actualidad y no ha hecho más que empezar.
El pueblo se manifestó con un porcentaje de participación del 77,72% para la reforma política, porcentaje de participación que bajo ya al 67,11 en el referentum de la Constitución y que siguió bajando hasta por ejemplo el 28,7% de participación en el Estatuto de galicia o el 48,85% en la reforma del Estatudo de Cataluña o el 36,28 en el de la reforma del de Andalucía. La Reforma del Estatuto se aprobó por el 35,78 de los electores.
Además hay que tener en cuenta que las consultas a la población cuando la respuesta es un sí o un nó, hay un decantamiento hacia el sí del orden del 25%. Esto ya lo deecía el Sociólogo Francés Maurice Duverger en los años sesenta.
Al Pueblo, a la mayoría de la Gente, no le interesan los nacionalismos, no. Pero los políticos se aferran al voto mayoritario, aunque este se refiera a un porcentaje extremadamente minoritario de la población.