Ayer estaba escuchando Radio Clásica de RNE. Estaban haciendo una entrevista a la soprano española Ainhoa Arteta. Nacida en el 64, es de las que no votaron la constitución y de las que se han criado en el ambiente político posterior a la transición.
Hablando de las canciones y estilos que la soprano cantaba, además de las óperas, y de la diversidad de estilos entre los diferentes lugares de España, la periodista que la entrevistaba se refería a la mezcla de culturas en España. Yo pensaba que se refería a las culturas fenicia, griega, romana, árabe y de los colonos inmigrantes procedentes de Europa a lo largo de los años para la repoblación de los territorios reconquistados por los reinos cristianos. Pero no, no era a eso; se refería a las diferentes «culturas» vasca, catalana, gallega, castellana o andaluza coexistentes en España. ¡Qué bárbaro! ¡Cómo se puede hablas de culturas distintas que «coexisten»!
La propaganda política nacionalista que exacerba las diferenciación hasta límites insospechables en beneficio exclusivo de ciertos políticos nacionalistas, que pretenden o ir «montados en la burra» o sencillamente imponer sus pretensiones totalitaristas, han calado hondo entre la gente y entre los jóvenes, en su mayoría ignorantes de la historia de España, incluso de la más cercana. Y a los no tan jóvenes se ha inculcado el miedo a nos ser políticamente correctos, a ser marginados o tachados -qué paradoja- de fascistas.
Por favor, pongamos un poco de sensatez en esto. España es una unidad cultural con manifestaciones diversas (como su geografía) que la enriquecen en su conjunto compartiéndolas. Existe una única cultura, la Europea, con manifestaciones diversas en los países que la componen, en los cuales se aloja una gran riqueza cultural de virtudes y valores, tradiciones, expresiones, compartiendo el arte, como la música, la arquitectura, la pintura, la literatura; y el conocimiento científico y tecnológico. Nuestra obligación es integrar todos estos valores compartidos y desechar nacionalismos caducos e dogmáticos que no conducen más que al dolor y la pobreza cultural, intelectual y material.
La historia aragonesa, castellana, vascongada, portuguesa, forman parte de mi historia y su arte, su ciencia, son parte de mí herencia cultural. Por eso parece ineludible e imparable el progresivo acercamiento de Portugal a España y de ambos a Europa pues es algo connatural. Nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestra cultura, nuestra economía está entrelazadas, entretejida con la historia y la cultura del resto de los países europeos formando un solo tejido.
Cuanto más se integren los países europeos, cuanto más se relacionen, cuanto más se identifiquen unos con otros, mayor fortaleza tendrá Europa, mayor será su desarrollo político, economico y social y mayores garantías habrá de que prevalezca su cultura, sus virtudes y valores.
Es hora de sumar, no de restar. Tenemos un enemigo común que se manifiesta mediante el terrorismo, el fundamentalismo, la dictadura y la ignorancia. Es contra este contra el que tenernos que unirnos todos.