Calificar a los demás de izquierdas y de derechas es de lo más perverso y casposo de nuestro acervo político. Me parece increíble que en siglo XXI se sigan haciendo estos planteamientos trasnochados que tanto dolor y sufrimiento han generado a nuestro país. O lo que es peor, dividir a la sociedad en «los de arriba» y «los de abajo».
La alternativa debería ser entre demócratas o autoritarios, entre los que quieren la libertad o los que quieren liquidarla, entre los que quieren el progreso económico y social y los que se quieren quedar en el odio, la envidia y el resentimiento.
Esta debería ser la disyuntiva, no la de derecha o izquierda. Y los que se definen de izquierda siguen empeñados en acercarse, cuando no someterse, al extremismo autoritario. Una irresponsabilidad.
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