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José Soto es Director Gerente del Hospital Clínico San Carlos de Madrid
Conocí a Ignacio Para hace muchos años, casi tantos como llevo disfrutando la capital de España. Ignacio es culto, amante de la música, de la historia, de la filosofía, de la ciencia, y de la poseía.
Comparte su pasión por la familia (esos pequeñitos capaces de sacar de él al abuelo paciente y juguetón que prolonga su propia infancia, su debilidad emocional), con la del canto y la escritura.
Poeta del todo, liberal de pensamiento, economista de profesión, exquisito en el trato, distinguido en las formas, Ignacio profundiza en su primera explosión literaria, y repite poesía, con esta publicación, que abre evocando al dios Apolo.
Expresión de rebelión ante la decadencia de una convulsa sociedad atacada por la desesperante crisis económica más honda y persistente que esta generación haya conocido, Ignacio responde con lo abrupto de su creatividad, variada y diversa como su propia vida, como sus propios pensamientos.
“Ver pasar la estrella
sin cogerla,
dejar gastar la vida
sin perderla”
(Pasar……..)
Evoluciona al intimismo y añade sensibilidad a su obra poética anterior, probablemente dejándose empapar por una época de vivencias personales que le hacen acercarse a sí mismo y buscar respuestas en su propio yo a la negritud de horizontes amenazantes e inciertos.
Obra extensa en 1 año y medio (de Noviembre de 2012 a Marzo de 2014), en que escribe compulsivamente, en cualquier lugar, en cualquier momento, en cualquier situación, dejando pequeñas muestras (“El color del mar”, con 5 versos, todo expresión,….., nada más y nada menos que expresión, descorche instantáneo de borbotones de pensamientos) y extensas recreaciones (“Por tierras de España”, la más larga, sosegada y serena, expresión de vivencias y observaciones por tantos años de viajes, que dejan sosiego e inquietud a la par en la creativa mente del poeta) para contento de cuantos tengamos la fortuna de disfrutar con la lectura de este libro.
Reconoceremos en esa “¡Cuánto tiempo!” al Para sensible en esencia pura, y disfrutaremos del Ignacio juguetón y provocador a partir de la nadería (guiño a los grandes poetas del pasado) de “Un soneto a media tarde”, en la que la escritura como forma de pasar el tiempo deja escapar (¡ay!) las ganas de que pase el tiempo.
Distingamos al poeta, saludemos su obra, disfrutemos su lectura, abracemos al amigo, y reconozcamos al hombre, a Ignacio Para, en su generosidad de permitirnos entrar en su obra, y a través de ella entender su trayectoria vital, hace tanto tiempo ya empeñada en mejorar los servicios sanitarios para que la humanidad viva más sana, para que el ser humano tenga más vida.
Sus otros empeños (la Fundación Bamberg, la Organización Española de Hospitales y Servicios de Salud, la Organización Iberoamericana de Prestadores de Servicios de Salud, el Círculo de Gestión de la Sanidad, el Foro Renacer, la Red de Comunicación Social Yaampi), en que he tenido la fortuna de trabajar codo a codo con él, me han permitido considerarme su amigo.
La vida sigue, Ignacio, y estoy convencido de que continuarás buscando esas oportunidades de dejar impresas tantas porciones de ti mismo que son tus poesías.
Yo las esperaré para deleitarme de nuevo con tu sensibilidad.