Cada vez que veo una representación de la llamada «cultura alternativa» no veo más que bodrios y adefesios. Esculturas que son un montón de chatarra, alambres enroscados o manchones de pintura con figuras y letras grotescas. O expresiones musicales sin melodía ni armonía. La suciedad y la grosería son la expresiones dominantes. El caso es que estas manifestaciones contraculturales son las que se llevan la mayor parte de las subvenciones y ayudas. Parece que esta anticultura, esta cultura de lo roñoso y de lo feo, es la cultura dominante.
Ahora, la cultura de verdad, la cultura de lo bello es la que se ha convertido en cultura alternativa.
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