La maldad se ha apoderado de una parte importante de la población. El odio, el resentimiento y la envidia imperan en un gran sector de la izquierda que ha adoptado posturas extremistas. La violencia de momento no llega a la agresión física, pero si a la agresión verbal y gestual. Esta gente no tolera al que piensa diferente; quiere exterminar al adversario.

Su táctica es atacar a los adversarios presentándolos como demonios opresores de la clase social a la que quieren salvar; el populismo, es decir, ofrecer todo lo que deseen, todo regalado y ya. Y presentarse ellos mismos como víctimas ante cualquier contratiempo. Si han hecho algo mal y se lo reprochan, hacen ver con sus declaraciones que están siendo víctimas de ataques injustificados. Conocen bien la técnica del victimismo ampliamente desarrollada por ETA que presenta a los asesinos como víctimas.

Su táctica es practicar un buenismo engañoso que esconde sus garras y dientes bajo una aparente piel de cordero. Su táctica es provecharse de la gente ingenua de buenos sentimientos.

Sus herramientas son la propaganda en las televisiones y las redes sociales de internet (saben bien que su público objetivo no lee los periódicos); la mentira y el engaño y la organización de revueltas callejeras. Son grandes manipuladores de las masas.

Su objetivo es su revolución neocomunista; provocar una situación social y económica cuanto peor mejor para, sobre la base de esa confrontación, hacerse con el poder y aplicar su dictadura socialista bolivariana. Destruir la democracia. Por ello, cuanta más crispación, más odio, más resentimiento y más enfrentamiento haya, mejor será para sus propósitos.

Es la misma técnica desarrollada por los comunistas y los socialistas de Largo Caballero en la Segunda República, pero utilizando los medios actuales.

La transición española a la democracia, propiciada desde el mismo régimen autoritario y exigida por la gente, fue para el mundo un ejemplo de reconciliación y concordia.

Tras casi cuarenta años la nueva democracia se ha ido envejeciendo. Presionada por el regionalismo y el nacionalismo autonómico y la creación de una clase política prepotente, se han pervertido muchas situaciones que todos conocemos y compartimos convirtiéndola en una «partitocracia» que ha interesado a todos los partidos dominantes y que la sociedad pide resolver.

Pero desde el año 2004 se ha ido desarrollando un progresivo estado de crispación, de enfrentamiento que ha sido el caldo de cultivo para el desarrollo, por jóvenes intelectualoides comunistas con ideas destructivas, de un partido bajo un nombre tan engañoso como Podemos.

¿Será España tan desdichada y los españoles tan bárbaros como para caer una y otra vez en los errores que asolaron nuestra tierra?¿No coseguiremos abandonar la querencia de auto castigarnos sólo por castigar al contrario?

Desde aquí pido a las personas cultas, sensatas y moderadas de todos los partidos, que se unan entre ellos frente al populismo y el extremismo comunista para defender las libertades y la democracia y desarrollar sin pausa las medidas necesarias para su regeneración.

Somos un gran país. Somos una gran nación. Y, si nos dejan, seremos un ejemplo para Europa.