La nada se cernía en el ambiente
y un vacío sin sonido y ausente,
como un eco sin inicio y despacio,
inundaba el tiempo y rompía el espacio.
Mientras que el poco tiempo se acababa,
una masa informe se formaba
engullendo los brillantes cristales,
generando unas formas anormales.
Entonces fue cuando el Ser se evidenció
brillante, eterno, real y radiante
y ordenado y constante apareció.
Onírica idea de aquello que falta
que solo refleja el ansia constante
de no perder el ser de vida tan alta.
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