Necesitamos pasar de la cultura de la indolencia a la cultura del esfuerzo, a la cultura de la limpieza, de la educación, de la belleza, del reconocimiento del mérito, del logro, del trabajo, del respeto.
Necesitamos pasar de la cultura de lo negro, de lo feo, de soez, de lo amargo, de lo grosero a la cultura de la belleza, de la armonía, de la blancura, de la dulzura, de la bondad. Pasar de la cultura de lo desequilibrado a lo equilibrado.
Necesitamos pasar de la cultura de la envidia, del rencor, del odio, del resentimiento a la cultura de la comprensión, de la indulgencia, del afecto, del cariño, del amor.
Necesitamos pasar de la cultura de la violencia, de la agresividad, del insulto, de la crispación a la cultura de la amabilidad, de la cordialidad, la mesura, la moderación y el respeto.
Necesitamos pasar de la cultura del fanatismo, del dogmatismo, de la intolerancia, del sectarismo, a la cultura de la ecuanimidad, la tolerancia, el dialogo y el acuerdo
Necesitamos pasar de la cultura de la mentira, de la estafa, del robo a la cultura de la verdad, de la sinceridad, del respeto a la propiedad de los demás.
Necesitamos huir del extremismo, del fanatismo, de la intransigencia…
Necesitamos aprender a defendernos de los incultos, de los vagos e indolentes, de los rencorosos, de los agresivos y violentos, de los mentirosos y de los fanáticos, de los ladrones; porque, si no nos defendemos de ellos, nos acabarán venciendo.