Por tierras de España fui
libremente y sin nada
y en todos lugares vi
parte de mi tierra amada.
El mar bravío y lejano,
las verdes huertitas, los carros
de bueyes rubios bien tirados,
La dureza del granito de Santiago.
Las muñeiras y las gaitas,
el encanto del saudade
y la morriña de Galicia.
Las estepas castellanas,
recias, duras y amplias.
Los mares verdes y amarillos
de cereales y trigos
que huelen al pan blanco
del grano bien molido.
Las altas catedrales,
los graves conventos,
los bravos castillos,
las hermosas ermitas,
delicadas y recias maravillas.
Las sardanas,
la caballerosidad catalana,
el claro y estallante sonido
del catalán
con sabor medieval.
El agua limpia,
el mar alborozado y fuerte,
los verdes prados y las vacas,
los ríos de piedra y suerte
de Cantabria.
El sur embriagador
con su agradable calor;
embrujado de azahar,
rodeado por el mar.
Las saudades
entrañables de Portugal.
Altas cumbres,
valles escondidos,
amplias mesetas,
mares bravíos
y apacibles,
cristalinos…
Bosques frondosos,
pedregales y desiertos.
Hombres airosos
para el arte despiertos.
Roma y Tartesos,
celtas y suevos,
godos y carpetos,
íberos y vetones,
son nuestros ancestros.
Elegancia, valentía.
fuerza y algarabía,
saudade y alegría,
heroísmo y ascetismo,
conforman la España mía.
Saberos de Europa
por España moldeada
con el alma y el hierro.
Saberos de América
por el alma y el habla
que de nosotros guarda.
¡Tierras de Hispania!
¡Tierras amadas…!