El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid se propuso reventar la Navidad. Y, al menos en las calles de Madrid, lo logró.

Montó en los lugares más emblemáticos verbenas con música chabacana y estridente, sin ninguna referencia navideña, salvo las luces de los árboles, con un volumen estremecedor. Todo sucio, zafio, vulgar y, por supuesto, con un ambiente nada navideño.

Mejor que no hubiera hecho nada o dejara a la iniciativa ciudadana, comercios, cafeterías, vecinos, etc., la creación del ambiente navideño. Pero no. No se podía permitir. Había que reventar la fiesta imponiendo un ambiente bervenero del peor gusto.

Los turistas que circularán entre los museos Thyssen y el Prado se llevarían la memoria de una España zafia, grosera, vulgar y sucia. Una pena que me indigna. Nada parecido a la limpieza y ambiente acogedor y navideño de la mayor parte de las ciudades de Europa.

Qué lástima, porque la mayoría de españoles no somos ni zafios, ni groseros ni contraculturales. Somos como el resto de los europeos, mal que les pese a los de Podemos, Compromís, En Comú Podem o como quieran llamarse estas organizaciones contraculturales que se han convertido en partidos políticos que, desde el poder, quieren cambiarnos la vida. A peor, por supuesto.
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