Rusia es un país igual que el resto de países europeos. Tiene nuestra misma cultura, religión, costumbres y valores políticos, morales y sociales. ¿Por qué ese empeño de EE.UU. y por tanto de la UE de tratarles como el enemigo? Europa tiene que darse cuenta que Rusia es Europa y que puede ser nuestro mejor socio, nuestro mejor aliado.

Las políticas de EE.UU. se establecen en su propio beneficio, que no necesariamente deben coincidir con el de Europa. La UE no puede ser un satélite de EE.UU. Europa debe buscar su propio camino – por supuesto en colaboración con el resto de países de cultura europea como EE.UU. o Canadá, Australia, Latinoamérica, etc. – pero de manera independiente y buscando su propio beneficio cultural, social y económico. Y para ello es necesario trabajar por el establecimiento de lazos cada vez más estrechos con Rusia.

Tenemos que acercar a Rusia hacia nosotros, pero también tenemos que acercarnos nosotros a Rusia. Tenemos que buscar lo que nos une, que es muchísimo, y conseguir asimilar por las dos partes las diferencias. Rusia puede hacer reverdecer la agostada situación anímica de Europa y crear de nuevo el orgullo de pertenencia de sus ciudadanos y la ilusión por el futuro; por construir un futuro mejor para nuestros hijos.

El peligro para Europa está dentro de las conciencias de sus ciudadanos, que han abandonado la ilusión, que no valoran los logros alcanzados por su civilización, inmersos en una continua autocrítica y ciegos ante los peligros que se ciernen sobre ellos. Ciudadanos indolentes y egoístas que nos están llevando a la extinción demográfica.

El peligro viene claramente determinado por la invasión islámica que destruirá la civilización y provocará una involución económica y cultural, haciéndonos regresar a la Edad Media con la imposición de la ley islámica: La Sharía.
.