Hay que aprovechar estos días de reclusión y aislamiento para ser felices. Querer a los que te rodean y comparten tu reclusión. Amar a tu mujer, tu esposo, tus hijos, tus padres y abuelos. Disfrutar haciendo algo positivo: leer esos libros que siempre teníamos pendientes, ver libros de pintura que un día compramos o nos regalaron y que solo estaban de adorno, estudiar para mejorar tanto si eres niño, joven o adulto, trabajar para estar preparado y mejorar tu empresa, tu negocio o tu puesto de trabajo, arreglar cosas, limpiar tu casa y tus cosas, escuchar buena música…
Hay que utilizar internet de manera razonable, no navegar al buen tuntún sino utilizarlo para ver, consultar o leer cosas que te interesen. No hay que caer en el vicio de las redes sociales; hay que utilizarlas prudentemente. Si estamos solos pueden servirnos para contactar y estar comunicados con nuestros seres queridos. Pero limitémonos a eso solo. No a perder el tiempo navegando y leyendo tonterías e insensateces, que es lo que más se prodiga. Hay que seleccionar. Y hay que educar a nuestros hijos para ello, dando ejemplo.
Es muy importante imponerse una disciplina, un horario y una lista de tareas para realizar en el día. Hay que lograr que estos días de reclusión (que pueden ser muchos) no sean días perdidos sino ganados. Amor, interés, curiosidad y esfuerzo son los parámetros que deben guiar nuestro comportamiento estos días. Lo importante es ser positivo y tratar de hacer felices a los que te rodean. Un estado de ánimo positivo, de comprensión y de amor, un estado de animo de felicidad va a proporcionarnos una mejor disposición y funcionamiento de nuestro sistema inmunitario, lo que nos ayudará de manera importante para hacer frente a este virus tan dañino. Si lo hacemos así, lograremos vencer y tener un activo importante que guiará nuestra vida cuando salgamos a la libertad.