Por la mañana, al salir de casa
salta la ardilla asustada
que vive en el ciprés
saludando la jornada.
Y cuando regreso al atardecer
los jabalíes
me salen al paso en familia
al subir a mi hogar
que me espera acogedor.
Un olor a jara y tierra mojada
que casi me embriaga…
y un fragante frescor
me entra hasta las entrañas.
Y una felicidad inmensa
inunda mi alma.
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