El agua clara del manantial
se deslizaba entre el ramal
de frescas y verdes hojas
y piedras limpias y rojas.

Bajando de la montaña
cantando entre robledales,
iba alegre de mañana
olvidándome de los males.

Del cielo azul irradiaba
un sol claro y deslumbrante
que entre las copas llegaba
en un claroscuro elegante.

¡Qué alegría desbordante
sentía cuando pasaba
entre el olor tan fragante
del aroma de los pinos!

¡Qué sentimiento importante
en mi pecho se fraguaba
de felicidad constante
tan sutil y tan divino!

Dios y naturaleza,
vitalidad y pureza…