Nuestra Sociedad en peligro

Entrevista a Ignacio Para en La Razón

Marina Armast

¿De verdad cree que nuestra sociedad está en peligro?

Indudablemente. La caída vertiginosa de la autoestima, el relativismo, el desinterés hacia la paternidad y la familia y el desprecio, cuando no el odio, de parte de la población hacia nuestra cultura, nuestra historia y nuestra identidad nos lleva a los españoles, y a los europeos en general, hacia un proceso autodestructivo, hacia un suicidio colectivo.

¿Cuáles son los mayores problemas a los que nos enfrentamos?

El problema de fondo es, como digo, la caída de la autoestima, el relativismo, la falta de identidad y también la dejación del estado de derecho, el buenismo ante el delincuente. El egoísmo y la indolencia nos está llevando a una crisis demográfica; una progresiva y constante disminución de la población autóctona que provocará que en 100 años hayamos prácticamente desaparecido. El descenso demográfico provocará a su vez un descenso de nuestra economía, una crisis económica, y, la posibilidad de compensar esta crisis solo viene de una inmigración que, en su mayor parte será islámica, atrasada culturalmente y de baja cualificación, lo que no va a  ayudar a superar la crisis sino a agravarla.

¿Nuestra sociedad está en este punto porque es lo que los ciudadanos quieren? ¿Nos conformamos con lo que nos dan y no luchamos por cambiar las cosas?

La indolencia, el desinterés, la ceguera ante los problemas que se nos avecinan creo que son sentimientos generalizados en España y en Europa. Los políticos solo ven y solo se preocupan por el cortoplacismo. Y la gente también. El adocenamiento de la gente, el progresivo sometimiento a cualquier tipo de autoridad con tal de que nos den la vida resuelta es la preferencia de gran parte de la población. En cualquier caso creo que hay planes foráneos de desestabilización de España en particular y de Europa en general.

En el ámbito sanitario, ¿hacia dónde nos dirigimos? ¿Se debe cambiar el rumbo?

Si nuestra sociedad está en peligro, nuestra sanidad también lo está, porque la sanidad se desarrolla en el contexto social en la que vive.

Los principales determinantes del estado de salud de un pueblo son su grado de riqueza y de cultura. Estos son los que van a condicionar a todos los demás. Sin riqueza no puede haber buenos hospitales, ni buenas universidades, ni acceso a la innovación terapéutica y tecnológica sanitaria. La economía es un hándicap para la salud; igual que lo es para la educación o el bienestar social. El grado de bienestar social viene condicionado por el grado de riqueza, aunque esto no baste. El bienestar social viene condicionado por la cultura de la población. Y no solo por el grado de ilustración que esta tenga sino que, además, hace falta que esta cultura sea optimista y valore positivamente tanto al individuo como al colectivo.

Con ofertas tales como todo gratis y todas las prestaciones imaginables, aunque no sean esenciales y a todo el mundo, venga de donde venga, la Sanidad española no es económicamente sostenible, sobre todo cuando se prevé un progresivo aumento en el coste de las pensiones y en la atención sociosanitaria debido al envejecimiento de la población. Además, las estructuras de gestión pública en sanidad son muy rígidas e ineficientes y no propician ni la eficiencia en el gasto ni la excelencia asistencial. Si esto no se corrige la sanidad pública, con el tiempo, se irá convirtiendo en una sanidad de beneficencia para aquellos que no puedan acceder a la privada.

Si la sociedad no cambia, ¿se acabará autodestruyendo?

La deriva demográfica en que nos encontramos nos lleva a un suicidio demográfico e invasión por inmigrantes de baja cualificación y en su mayoría islámicos que acabarán con nuestra cultura y nuestra civilización provocando una involución cultural y una regresión económica sin retorno. Como recojo en mi libro: Ninguna nación es conquistada si no se ha autodestruido anteriormente.

La falta de identidad entre la población, el vacío espiritual y la ausencia de una ilusión y de un proyecto común que se aprecia en España y en gran parte de Europa, son caldo de cultivo para la actuación de extremistas, dogmáticos y talibanes, sean estos islámicos o no, aunque veo a estos últimos con una gran ventaja debido a su fuerza demográfica y su fundamentalismo.

¿Cuáles serían las pautas para impedir que nuestra sociedad esté en peligro?

Creo que las respuestas están en hacer frente a lo dicho anteriormente. Estamos enzarzados en cosas que, siendo importantes, no son las determinantes para nuestro futuro como lo son el problema demográfico y el problema cultural. Tenemos una gran civilización en la que se han alcanzado las mayores cotas de desarrollo cultural, de libertad y bienestar y no hay que ir contra ella sino perfeccionarla.

Con este libro y con los editados anteriormente “La Revolución del Sentido Común” y “La Sanidad en Peligro”,  trato de avisar sobre las amenazas que nos acechan, alertar a todos aquellos que de una manera u otra son responsables del el desarrollo de nuestra sociedad con el fin de conseguir un resurgimiento de nuestra voluntad de vivir libres, logrando un mayor desarrollo cultural económico, político y social.

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