Hay mucho sectarismo en la sociedad española, no sólo en la política. Hay sectarismo en la cultura, o más bien contracultura, que es lo que impera hoy día. Hay sectarismo en los medios de comunicación, en las administraciones publicas, en el deporte, en las organizaciones civiles… Sectarismo a veces mafioso e intolerante.
En ese escenario, el desarrollo y la manifestación del libre pensamiento se hace difícil. El temor a que te excluyan, a que te critiquen e incluso calumnien paraliza las ideas, las acciones, los pensamientos. Pero, a pesar de todo, tenemos libertad. No nos meten en la cárcel, ni nos torturan, ni nos matan por ello como pasa en países totalitarios y teodogmáticos.
No hay ideas, ni valores, sólo el interés propio, dependiente de la secta.
La moda de la contracultura nos está llevando a una involución cultural, económica y vital.
Dios mío, ¿cuando superáremos la desmoralización que impera entre nosotros? ¿Volverán las ideas, los valores, la ilusión antes de que nos invadan los bárbaros?
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